Capítulo 2

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El tiempo en verano se pasaba rápido entre ir a trabajar al supermercado en el día y dibujar en la noche. Se suponía que debía descansar, pero tendría más gastos al ser una junior[1] y no quería faltar a la excursión de fin de año. Por ello, ganar dinero en estos momentos era mi prioridad.

En segundo lugar estaba la llamada que tanto esperaba de Aiden. Habían pasado 2 semanas y perdía la esperanza. No es que tuviera expectativas de algo, sino que estaba demasiado sola.

Mi círculo de amigos era muy pequeño. Empezando con Andy, quien se encontraba al otro lado del país; luego Jamie y Kurt, con los que no me hablaba por ciertas razones; y Monique, que viajó a California a pasar el verano con sus tíos.

Debido a tal soledad, había tomado dos turnos para todos los días de la semana. Mi vida transcurría normal, hasta que Aiden Allen cruzó la puerta de Joey's Money y deambulo por los pasillos, captando mi atención.

En otras situaciones, hubiera pensado que él venía a verme pero, al ver su dedicación observando cajas de cereales, mis conjeturas se fueron a la borda.

Decidí no darle importancia y continuar pasando productos por el escáner de precios.

—Hey —saludó él, haciéndome reconocerlo por el timbre grave de su voz.

Yo alcé la mirada, dándome cuenta de que él era mi siguiente cliente.

—Hola— correspondí—, bienvenido a Joey's Money, Aiden. ¿En qué te puedo servir?

Él puso varias cajas de barras integrales y un frasco grande de yogur bajo en grasa.

Yo lo mire extrañada, no era común ver esto en un hombre. De igual manera, los pasé por el lector, para luego empacarlos en una bolsa plástica.

—Serían... —leí el tablero de la computadora— 25 dólares con 53 centavos.

Él me paso su dinero y yo le devolví el cambio, junto con el recibo. Esperé a que se fuera, pero Aiden siguió allí, mirándome.

—¿Sucede algo? —pregunté, después de un rato.

—Debí llamarte, ¿no?

Yo fruncí el ceño.

—Era tu decisión —le contesté—. Aunque, esperaba que lo hicieras.

—Lo entiendo —susurró, apenado por alguna razón—. Por eso he venido, resulta que perdí la servilleta con tu número.

Yo reí suavemente.

—Despistado —lo llamó, aún con una sonrisa en mi cara—. Dame tu recibo.

Él vacila, pero al final el papel termina en mis manos. Tomo un lapicero y le escribo mi número en él.

—Ahora, lo tienes. — Se lo pasó—. No se te va a perder de nuevo, ¿cierto?

Él asiente y lo guarda en su billetera.

—Gracias —pronuncia, recostándose contra el mostrador—. ¿A qué hora sales del trabajo?

—A las ocho —contestó. Aiden aprieta sus labios.

—Después de mi toque de queda, así que no puedo pedirte que me acompañes a Inner Harbor[2] —confesó. Yo me extrañe por dos cosas: a) El hecho de que quería salir conmigo, y b) Su extraño horario.

—Espera, ¿A qué hora es tu toque de queda?

—A las siete —responde. Yo vuelvo a reír.

—Tus papás te sobreprotegen, Aiden —comente, sin ánimo de ofenderlo..

Lo Opuesto a La Belleza - Wattys 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora