Capítulo 3

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Había varios factores positivos de que Aiden tuviera mi número celular. Por ejemplo, cuando sus padres salían y él no quería hacer la cena, me invitaba a su casa y ordenábamos pizza. Otro era las conversaciones que sosteníamos por WhatsApp[1] diariamente, en donde había alguien que escuchaba mi día y me hacía reír mórbidamente.

Pero, estaba el factor más importante; yo ya no me sentía tan sola. Muchas veces, pensaba que él sentía lo mismo. Los dos habíamos pasado el verano sin compañía y, mira, ahora nos teníamos uno al otro.

También creía que Aiden entendía las funciones de un teléfono móvil, como hacer llamadas. Ese pensamiento se desvaneció un domingo, cuando llego sin avisar a mi casa.

Desafortunadamente, no fui yo quien le abrió la puerta. Mi tía Marie se alegró al ver un chico en mi búsqueda. Aunque, no comprendía el término de amigos.

Como quería ahorrarle las preguntas, lo lleve hasta mi cuarto, bajo la mirada desaprobatoria de mi tía.

—Voy a ser directa —avise, ya estando en mi habitación—. ¿Qué haces aquí?

Él rio un poco y se sentó en el borde de mi cama. Yo crucé los brazos sobre mi pecho.

—Estaba aburrido y como tú eres mi única amiga, también eras mi única opción —contestó, sonriéndome.

Claramente, intentaba convencerme y sacarme de mi enojo por el hecho de aparecerse sin previo aviso y hacerme enfrentar los cuestionamientos de mi familia.

—¿Por qué no avisaste que ibas a venir?

—Fue algo de improvisto —se disculpo, luego hizo una mueca—. Además, necesitaba irme de casa un rato.

—¿Por? — pregunte, al no entender su acto de rebeldía.

Como ya se sabe, Aiden tiene un toque de queda. También, tiene que pedir permiso para salir. Así que era extraño que se hubiera fugado.

—Mi papá tuvo una discusión conmigo —confesó, tirándose de espaldas contra el colchón.

Quise regañarlo por hacer eso sin mi permiso pero, por otro lado, quería oírlo hablar sobre sus problemas. Me acerque a él y me tire a su lado, en la cama.

—¿Por qué se pelearon?

—Es difícil de contar, Skyler —dijo, en suspiro—. Solo te puedo decir que él no está de acuerdo con ciertos comportamientos míos. Súmale a eso que es muy estricto.

Yo entendida su incomodidad e indecisión. Estábamos jugando en la misma cancha, ya que yo tampoco había pensado en contarle mis secretos. De igual forma, debía intentar ganarme la confianza de Aiden.

—¿Él fue el de la idea de tu toque de queda? —pregunte, mirándolo de reojo.

—No, no fue una idea —corrigió, mordiéndose el labio inferior—. Fue parte de una de las consecuencias de mis actos.

Su cuerpo se estremeció suavemente. Aquellas palabras le habían salido tan frías y certeras. Me encontraba en borde de una abismo imaginario, donde mis ansías de saber de su vida era infinitas; pero, si daba ese paso, caería al vacío de su indiferencia.

—Si quieres, puedes contarme; sino, no importa —le asegure, con cierto temor de su respuesta.

Aiden se puso de medio lado, mirándome. Sonrió un poco.

—Me gustaría contarte, pero todavía no estoy familiarizado contigo —declaró y se paró de la cama.

Me tendió su mano para levantarme y yo la acepte.

Lo Opuesto a La Belleza - Wattys 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora