Capítulo 15

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Hace mucho tiempo atrás había existido un príncipe indio el cual, desde su infancia, fue librado de todos los problemas y aquejos que existían en ese entonces. Nunca se le mostró que era el dolor y sufrimiento, hasta que un día decidió escapar.

Se encontró de frente con que el mundo fuera del castillo era infeliz y vivía inmerso en una pena. Aquel príncipe decidió investigar de una y mil formas sobre que causaba la pena de todas la personas.

Recorrió todo su reino y no encontró respuesta. Volvió a casa y se sentó a meditar debajo de uno de los árboles de su jardín real. Allí tuvo la llamada iluminación. Se dio cuenta de que el anhelo y la ilusión de tener, ganar, saber o simplemente desear algo era lo que traía el sufrimiento.

Aplicó su propio análisis a su vida y fue feliz, renunciando a su reino y dedicándose a la meditación. Al final, subió al cielo y ahora millones de personas siguen sus enseñanzas.

Su nombre era Saidharta Gautama, más conocido como Buda y gracias al libro que me dio Aiden hace más de 3 meses y que no había leído, lo conozco y me tiene pensando seriamente en mi vida.

Lo cual el irónico porque en un acto de nostalgia lo empecé a leer y ahora estoy anhelando estar con mi amigo, contrario a lo que decía Buda.

Suspiré y tire el libro al suelo. Leer filosofía terminará acabando mi mente. ¿Cómo diablos lo hará Aiden para no acabar cuestionandose su vida entera?

Me levanté de mi cama, intentando vaciar mi cabeza de lo que había leido.

Era domingo y no tenía nada que hacer. Tal vez podría ponerme a buscar el por qué del sufrimiento en mi vida...¡No, joder, no más Buda!

La puerta de mi habitación se abrió ruidosamente mostrando a Cece en su fase de felicidad dominical.

-¡Adivina que haremos hoy! -exclamó, quitándose sus lentes de sol; las cuales era estúpido que usará estando en casa.

-No tengo idea -respondí, abriendo las cortinas-. Dime.

-¡Vamos a ir al parque acuático!

Sonreí sin tantas ganas como ella y créanme que las de mi prima son grandísimas.

La felicidad de Cece sólo aumentaba por dos razones; estar con su novio Tyron y encontrase en contacto con el agua. Ella amaba la natación y por ello tenía piernas tan bonitas debido a sus entrenamientos.

-¡Alistate ya! -gritó, dando saltitos-. ¡Entre más pronto nos vayamos, más pronto nos divertimos!

Asentí y ella salió de mi pieza totalmente feliz.

Fui hasta mi armario en busca de mi bikini. Yo era como cualquier chica; no tenía el cuerpo perfecto, pero estaba conforme con quien era. Tal vez mis caderas eran demasiado anchas, sin embargo las largas horas detrás del mostrador habían hecho su trabajo.

Suspiré recordando lo que ir a nadar significaba hace unos meses. Cuantas veces rechacé la invitación de mis amigos a piscina porque el agua tocaría mi cara y se llevaría el maquillaje. Todavía sentía el toque brusco de las brochas en mi piel intentando cubrir cada imperfección.

Solté una lágrima y la limpié rápidamente. No debía mirar hacía atrás, mi piel ya estaba bien.

Aunque aún sigues pensando que eres fea...

Negué con mi cabeza y corrí a cambiarme dejando el tema en visto tal cual Whatsapp.

A la media hora, ya estábamos en el auto del tío Paul y nos encaminábamos al lugar.

Lo Opuesto a La Belleza - Wattys 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora