El puto en escape y la monja suicida

capítulo 4

Para ese momento América ya no tenia uñas los nervios la estaban carcomiendo por dentro y lo único que podía hacer era esperar, miraba el reloj en su muñeca impaciente mientras caminaba de un lado a otro, seguramente de esta no se salvaría.

Ella en su inocencia contrato al chico como entretenimiento para todos los presentes, él chico se lo recomendó su hermana, pero como pudo ser tan idiota para confiar en ella, pensó enojada.

- Realmente yo hice exactamente lo que me dijeron, estoy a la orden de quienes necesiten de ya sabe, algo de placer - - dijo Chase relamiéndose los labios, la hermana Elena estaba apunto de pegar un grito, todo su rostro estaba enrojecido y se notaba desde lejos que trataba de contener la rabia.

-Esto es un descaro, usted viene aquí a un convento a hacer semejante show y no tiene ni la mínima vergüenza

-no entiendo porque debería avergonzarme, usted no tiene la mínima vergüenza de usar eso -hablo con desprecio, señalando el habito de la hermana Elena.

-no entiendo como pueden existir personas tan repulsivas y maleducadas como usted, retírese de mi oficina con usted no se puede dialogar.

-y quien dijo que yo estaba aquí para dialogar -hablo sensualmente- a mi me pagan para hacer otras cosas

-¡RETÍRESE AHORA MISMO! -grito al borde de la impaciencia- o llamo a seguridad a que lo saquen ahora mismo

-¿Seguridad? -se burlo Chase- ¿Qué seguridad? Si tuvieran seguridad como usted dice, yo no hubiera logrado entrar, debería contratar a gente útil; pero sabe que me iré yo aquí ya cumplí mi trabajo, y soy muy solicitado por otras personas, aquí estoy perdiendo mi tiempo.

El chico se levanto causando un ruido espantoso con la silla, se largo de allí orgulloso de su trabajo, había sido tan simple ganar tal cantidad de dinero, gracias a que su amigo le dio por retarlo a algo que para el era como robarle un dulce aun bebe, y no cualquier bebe, uno recién nacido.

De camino a la salida del convento se encontró con la chica que le indico lo que debía hacer, se encontraba mirando el reloj, él carraspeo provocando que ella levantara la mirada, dejando ver esos enormes ojos color azul claro casi grises.

-Buenas tardes -saludo

-quisiera decir lo mismo

-bueno, vengo por mi paga

-¿Su paga? -pregunto América sin poderse creer lo que estaba escuchando.

-si, mi paga, lo que hice no es gratis

-como se atreve, yo lo contrate para que diera una charla motivacional no para que se desnudara en el escenario.

-que mejor que motivarlos enseñándoles un poco de cuerpo.

-¡no le pagare! -grito América- no se lo merece, por su culpa seguramente me sacaran o quien sabe que

-aaaa... con que no me pagara

-eso he dicho -a Chase le causaba risa ver a aquella chica tan enojada.

-mmhh...pues no me iré sin mi pago

-pues se quedara esperando

-no creo que a la superiora le guste mucho, tendría que compartir cuarto con usted, y quizá no logre controlar mis impulsos salvajes -América se sonrojo, estaba sorprendida con la actitud de ese chico, seguramente sufría de algún problema mental.

-no me importa, no le pagare -hablo segura, pues no creí que se pudiera quedar allí por siempre.

-¿No?

-ya le he dicho muchas veces que no, acaso sufre de retraso

-oh, te arrepentirás de haber dicho eso

Chase agarro a la chica llevándosela cargada de un hombro como si fuera un costal de papas, sin la mínima delicadeza.

-¡BAJEME AHORA MISMO! -grito América, Chase sonrió ante semejante grito, ella empezó a patalear, pero no servía de nada, el chico salio del convento mientras todos miraban como se llevaba a américa, y no hacían absolutamente nada.

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