Fraternidad mixta...¡UNA MIERDA!

32. El cuento de hadas

La mañana empieza dura, Josh congela con la mirada a Eddie mientras el baja la cabeza. Ayer no parecía que pasase eso, los vi de todo menos fríos.

Ryan es como siempre un capullo, mi mañana ha empezado mal gracias a sus bromas pero he conocido a Dana. Dana estudia derecho, solo que es un año mayor que todos nosotros. Creo que por fin he hecho una amiga.

La librería me avisa de que tengo el trabajo y antes de irme Ryan me besa prometiéndome que hablaríamos al llegar a casa. Shockeada voy a trabajar.

Eddie esta confuso, en la fiesta Josh se acercó mucho a él y por la mañana le trataba con desprecio. Lo peor fue cuando tuvo que comer viendo cómo se toqueteaba con una chica encima. Harto, decide irse a casa donde de repente es asaltado por los labios de Josh, bueno, y otra cosa que no eran sus labios.

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Organizo los libros de poesía en las estanterías, pero no puedo evitar echarles una ojeada.

A veces, por las noches veo tu rostro y contemplo los ojos más increíbles.
Los ojos de mi princesa...
He comprendido que formas parte de mí.
Sé que tal vez nunca estarás tangiblemente a mi lado, pero también sé que nunca te irás.
Eres el aire, el cielo, el agua, eres la sed de cariño que el Creador sembró en mi corazón.
Eres la definición del amor, aunque jamás haya podido definirse ni pueda hacerse nunca: definir es limitar y el amor no tiene límites.
El poder de tu esencia me ha transformado en una persona distinta.
Cuando vea una golondrina cobijándose de la lluvia entre el ramal de la buganvilia te veré a ti.
Cuando presencié una puesta de sol te recordaré...
Cuando mire las gotas de rocío deslizándose en mi ventana te estaré mirando a ti.
No podrás irte nunca. No te dejaré.
Eres mi novia eternamente.
Todo lo que brote mi pluma habrá tenido tu origen.
Y daré gracias a Dios.

-Carlos Cuauhtémoc Sánchez

Cuando termino de leerlo me quedo un momento soñando. Me encantaría ser en algún momento esa princesa. Me encantaría encontrar a una persona que cada vez que la vea me falte el aire, me lata el corazón a velocidades inimaginables, solo tenga ganas de estar entre sus brazos, de besarle y sobre todo de envejecer junto a él.

Salgo de mi sueño y me chocó contra la realidad en la que una princesa, tiene difícil tener a un príncipe, sobre todo, porque solo encuentra ranas.

Siempre he pensado que el amor no es algo necesario en la vida, sino algo complementario. No necesito a un hombre a mi lado para ser feliz, para cumplir mis sueños. Quizás lo triste es que es lo que quiero. Quiero que un hombre me haga feliz pero no siendo dependiente de el para conseguirlo, quiero un apoyo a mi lado que me anime a cumplir lo que me propongo, quiero a...

-Rose, vuelve a la Tierra.- dice una voz. Salgo de mi sueño y me encuentro a quien menos esperaba.

-¿Ryan?- pregunto frunciendo el ceño. ¿Qué hace aquí? Debe leerme la mente, porque rápidamente responde a mi pregunta.

-Pasaba por aquí y he decidido entrar.- dice mirando a todas partes menos a mí.

-Ninguno de la casa sabíais en que librería trabajaba, ¿Cómo sabias que era esta?- le pregunto guardando el último libro "Los ojos de mi princesa".

-Oh, sí, Te vi a través del escaparate.- dice tocándose el pelo con una mano. Me giro hacia la puerta. Puede que solo lleve unas horas trabajando aquí, pero creo que me hubiese dado cuenta si había un escaparate.

-Ryan, no hay escaparate.- le digo poniéndome delante de él.

- ¿Qué?.. oh..yo..- la campana de la puerta suena avisándome de que ha entrado un cliente.