Cap3: heredera

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Winter
Mis palmas comenzaron a sudar por primera vez en años. Me sentía incómoda y avergonzada, aún más al verme frente al espejo con mi atuendo.
Era un vestido rojo con un escote no tan revelador pero igualmente para mí era muy incómodo. Me llegaba hasta el piso como si me hubieran puesto varias capas de tela una arriba de la otra de la cintura para abajo. Tenía que usar guantes, y detestaba el color tanto de estos como del vestido. Rojo. Mi color menos preferido. Digo, mírenme soy demasiado pálida y lo único que hace este vestido es hacerme más vampira.

Detestaba usar guantes. Más los guantes mágicos para bloquear mis poderes. Edgar me obliga a usarlos por si pasa algo con mis poderes. Eso es algo que más detesto. Que él crea que mi poder, todo lo que soy, puede dañar fácilmente a las personas.
Me cree una bestia, y por eso no le gusta que salga mucho del castillo.

Mire al costado del espejo, sobre mi mesa de noche, una foto que tengo con mi mamá meses antes del accidente. La sonrisa de mi madre, tan blanca y radiante a la vez que falsa. En esa época, mi madre y yo tratábamos con desesperación poder proteger a Jake y a Myra de lo que pasaba afuera, y nos alivió bastante que ellos hubieran empezado a entrenar combate. También teníamos problemas con Edgar, y eso causaba que mi madre no esté de mucho humor.
Pero por alguna razón, su humor siempre cambiaba cuando estaba conmigo. Nunca supe porque se ponía tan feliz. Quizá yo le hacía recordar algo que perdió. Y no me refiero a mi Tía Anna, porque ella seguía aquí, sino a Jack.

Inhale y exhale tranquilizándome. Esta noche sería complicada.

Abrí las puertas de mi habitación y, con los incomodos tacones altos de aguja, comencé a caminar al salón.

Narradora

Las puertas del castillo se habían abierto hace unas horas, y miles y miles de gente de poder no paraban de bajar de sus autos lujosos o carruajes, y esos eran los que aún mantenían las costumbres de antes.
Entre esos carruajes, habían 3 banderas que importaban más.

Primero estaba la bandera violeta con un elegante Sol amarillo en el centro. La bandera del reino Corona. Y de esta limosina, bajo la reina Rapunzel junto con su esposo y rey Eugene, y detrás de ellos bajaban los dos príncipes, Derek y Fermina.

El segundo era un carruaje al estilo moderno, con la bandera de Dumbrock alzada en el techo. De esta bajo la reina Merida y su esposo Callum, y al igual que los anteriores, detrás de ellos bajaron Scott, Melani y los pequeños Fergus, Walle y Roto.

La tercera y última era una bandera extraña, o mejor dicho, el símbolo de Jefe de Berk. De este bajo el jefe Hiccup y su esposa Astrid, acompañados por Zephyr y Nuffink detrás de ellos con nerviosismo.

Los reyes ya tenían la apariencia de alguien de sus edades. Hiccup ya tenía barba, no tan larga como su padre pero tenía y era un poco más grande que antes. Rapunzel ya tenía unas leves arrugas. Y Merida tenía algunas muy pocas canas. Sus acompañantes también habían envejecido, aunque a la que menos se le notaba era a Astrid que con ese cabello dorado engañaba a muchos.

Dentro del salón, todos se pusieron a conversar y algunos pocos se ponían a danzar al compás de la música de la orquesta. Algunos comían bocadillos y otros solo bebían tanto vino como champán.

Los guardias, entre ellos Milo, Thiago y Alan, estaban más atentos que nunca. Más Milo y Thiago, ya que su trabajo de guardias secretamente tenía un doble sentido.
Thiago, el hermano de Milo, era mucho más alto y musculoso que el. Tenía el cabello corto con un flequillo que caía tapando su ojo izquierdo, y era de color violeta oscuro. Sus ojos también eran violetas que para los demás aparentaban ser negros. Este era el hermano más maduro, más centrado y elegante, ya sabiendo su misión.

El Resurgir De Los Guardianes (Jelsa; Eugenzel; Hiccastrid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora