Cápitulo 1: Ser una Diosa

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En este mundo existe un diamante que concede deseos y un poder supremo, donde encontrarlo y como poseerlo es algo que nadie puede saber, ya que, cuando el portador muere ese diamante vuelve a aparecer, de otra forma y en otro tiempo.

Como termine metida en esto.

Miró a las personas sentadas en tronos frente a mí, veo la grandeza de lo que me rodea, miro en piso y no veo nada, mis pies cuelgan sobre un vacio, profundo y negro, miro el techo y veo las nubes, vuelvo a fijar mi vista en las personas que me estudian con la mirada. Me fijo en una en especial, rubia, tez blanca, parece una modelo de pasarela y eso es quedarse corta, lo más extraño es que se parece a mí. Y me está sonriendo. Y resulta que es mi abuela.

Claro, no tengo miedo, definitivamente estoy en pánico.

Rememoro como termine aquí.

A ver…

Primero me dijeron que fui nombrada en honor a mi abuela. Me reí. Luego me dijeron que mi padre era Eros. Me reí aun más. Justo después me dio un ataque al corazón. Me desmaye. Seguidamente desperté en una habitación gigante, completamente hecha en piedras blancas y con una modelo sonriéndome abiertamente. Creí que habia muerto. Y luego ella dijo…

—Al fin es un placer conocer a mi nieta.

Me incorporé lentamente.

—Disculpe.

—Bueno, pero si eres mi viva imagen, salvo por los ojos eso los heredaste de tu madre.

Puso su cálida mano en mi mejilla

—Señora, no sé de lo que está hablando. —Debo de estar soñando.

—No me digas señora, soy Afrodita. —La miró desconcertada—. Hay hermosa, tu madre no te dijo nada.

Negué con la cabeza.

—Ella murió cuando tenía 5 años. Pero… ¿Acaso ella está aquí? ¿Puedo verla?

—¿Piensas que estas muerta? —rio dulce y suavemente ella mientras yo asentí levemente.

—Anna, pequeña. No estás muerta, no puedes morir, bueno exactamente no ahora, pero pronto no podrás morir. —su mano se desliza suavemente por mi mejilla. Sus ojos brillan emocionados hasta que un estruendo resonó en la habitación, Afrodita se tensó—. Perdóname niña pero no tenemos tiempo de hacer esto de una manera sutil. Yo soy tu abuela, y mi hijo Eros era tu padre, eres hija de un dios, y ahora que el murió, todos los deberes que tenia caen en manos de su heredera, tu.

—Pero los dioses no pueden morir —digo eso antes de pensarlo

—Si pueden, a manos de un titán. Eres el legado de mi hijo, tienes que convertirte en la diosa del amor. Proteger su tesoro. Reinar en el Olimpo.

Solo tuve 3 segundos para aceptar el hecho, luego hubo un estruendo y aparecí colgando en medio de la nada.

Y eso me lleva a donde estoy ahora.

Luciendo perdida, mirando a mi abuela, y a mis padres adoptivos. Sí, al parecer ellos tambien eran dioses. Mi vida es una mentira.

—Afrodita Anabel Patrick —hablo el señor del centro—. Hija de Eros, el consejo te da la bienvenida.

—Enterarnos de la muerte de tu padre fue un gran golpe para nosotros. —habló la señora a su costado—. Una perdida que debe ser directamente reparada. Como legitima sucesora es tu deber tomar el puesto de tu padre.

—Mas, —ahora habló mi abuela—, ciertas clausulas han de cumplirse primero debes…

—¡Lo lamento! Llego tarde, perdon disculpen —Un muchacho, apareció de la nada, y otro trono se creó para él. Los otros señores, digo dioses, lo miraron, algunos despectivos otros divertidos otros simplemente parecían estar acostumbrados a sus interrupciones, mi abuela solo se río.

Be Cupid (Be #1) --[En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora