Se sentía como si de golpe hubieses recibido la peor noticia de tu vida. Tu corazón se encoge y tus sesos no dejan de preguntarse "por qué, por qué, por qué". Todos aquellos años de melancolía y miseria nada tenían que ver con la angustia que sentía Yuki en aquellos instantes. Porque en su soledad, Yuki había imaginado aquel reencuentro una y otra vez, había imaginado que todo lo que hubo seguiría siendo, había soñado con volver a sus brazos y con reír de nuevo a su lado. Había fantaseado con aquel encuentro tantas veces... imaginando que se mirarían y se reconocerían de nuevo, imaginando que el amor que sintieron era tan fuerte como para superar el tiempo y el espacio. Pero aquel encuentro había sido nefasto, y las consecuencias en el corazón de Yuki parecían estar cobrándose todo el dolor de aquellos cuatro años juntos.
Porque ahora ni siquiera quedaba la esperanza.
No entendía la actitud de Daiki. ¿Fue una máscara o realmente había encontrado una nueva vida y se había convertido en otra persona?
Desnudo y frente al espejo del baño, con las gotas de agua deslizándose por su cuerpo recién duchado, Yuki miró su rostro. Las lágrimas caían. Su entrecejo se curvaba en un desesperado intento por dejar de llorar. Miró hacia arriba cerrando los ojos. Apretó los puños. Dolía. Dolía tanto que no sabía cómo detener el torrente de angustia que le corroía el corazón. ¿Ya había terminado? ¿De verdad así había sido todo?
Se restregó las mejillas con los dedos de una mano. Sorbió por la nariz. Maldita sea. Ya tenía veinticuatro años. Aquella actitud no era propia de un adulto.
Todavía con el rostro inclinado y mirando al techo, pestañeó para evitar seguir soltando aquellas lágrimas absurdas. Suspiró.
Era hora de ir al trabajo.
Poco después de haber alquilado la casa, Daiki había comprado un cuadro que había encontrado de casualidad en una exposición y lo había colgado en el salón, en frente del sofá. Ocupaba gran parte de la pared y, cada vez que tenía tiempo, se sentaba con un cigarro para admirarlo por largos minutos. Dos ventanas que dejaban paso a un inmenso mar, a un mar infinito y eterno. Daiki podía escuchar el sonido de las gaviotas, el sonido de las olas rompiendo contra el acantilado y el fresco del verano. Quizás por eso se quedaba casi inmóvil, evitando moverse y despertar de su ensueño. Pero ese día su alma estaba intranquila. Aunque ya llevaba cuarenta minutos sentados en el sofá sin apartar la mirada, algo le corroía por dentro. "Necesito volver a verlo", pensaba mientras soltaba el humo. Su pierna, inconscientemente, se movía. "Necesito volver a verlo. Necesito volver a verlo". Aquella ansiedad le consumía. Pero no se moría simplemente por verlo, se moría por seguir vengándose. Quería ver su rostro desconcertado y su mirada herida. Quería destrozarlo y ver el resultado de su estrategia.
— Estuviste muy extraño en la celebración —Sayuri, apoyada en el marco de la puerta, interrumpió su momento de soledad—. Parecíamos un matrimonio.
— Es que somos un matrimonio.
— ¿Lo somos?
Daiki la miró por primera vez desde que hablase. Apartó la mirada.
— Este fin de semana voy a invitar a Naoko y a Yuki a casa. Mimi necesita alguien con quien jugar de vez en cuando.
Ella levantó la ceja.
— ¿Y qué quieres decir con eso?
— No hagas planes.
Sayuri soltó una risa algo suave.
— Vaya, ¿me necesitas ahí? Eres un libro abierto para mí Daiki, no puedes ocultarme nada.
— Entonces deja de hacer preguntas estúpidas.
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Wagamama na Koi 2 EiEN
RomanceAquel fue el primer verano de muchos otros. A medida que los años pasaban y las estaciones cambiaban los sentimientos se hacían cada vez más fuertes. Pero en el amor siempre hay piedras que saltar, caminos que escoger... Y cuando cae una tormenta...