UNA HERIDA EN EL CAMINO

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La sala era grande y amplia. Las mesas, ordenadas por zonas, estaban llenas de carpetas y papeles. Al fondo, un gran ventanal daba paso al patio de la escuela. A parte del profesor Kanagawa y su alumno Daiki, solamente había dos o tres profesores en la sala, que revisaban o corregían exámenes.

Kanagawa, sentado en una silla frente a su alumno, hablaba con él.

— Y si sigues así no tendré más remedio que llamar a tus abuelos, Inoue.

— Sí —Daiki, acomodado en la silla, miraba hacia otro lado.

— Ya te han mandado demasiadas veces a la sala de profesores. Tus peleas con Kitazawa deben terminar. Y no sólo eso, tienes una actitud déspota con tus superiores. Varios alumnos me han comentado lo insolente que puedes llegar a ser en muchas ocasiones.

— No pienso ser un esclavo. Ni voy a hacer favores sin nada a cambio.

— Inoue... —Kanagawa se llevó una mano a la sien—. Son tus superiores, les debes respeto. Tienes que aprender a ser más humilde y aprender a morderte la lengua cuando pasan cosas que no te gustan —Daiki fue a hablar pero el profesor le interrumpió—. No quiero más excusas. A la próxima que escuche algo de ti deberemos expulsarte por un tiempo para que pienses en las consecuencias de tus actos.

Daiki apretó los puños. Quería insultarle y patear la silla que tenía en frente. Quería levantarse y mandarlo a la mierda, y decirle que él era el único dueño de su vida. Que no necesitaba la aceptación de nadie, que no iba a ser amable solo por cortesía.

Se mordió la lengua.

— Puedes retirarte.

Controlando sus movimientos Daiki salió de la habitación lo más tranquilo que pudo. Abrió y cerró la puerta de la sala sin provocar casi sonido.

— Joder —murmuró mientras caminaba por el camino.

La ira le consumía.

— ¿Sabes que Suzuki está enamorada de Akira? —Riko sorbió de su zumo—. La muy tonta anda pisándole los talones como si fuera un perro.

— ¿De Akira? —Preguntó Anna, sorprendida—. Suzuki es muy simpática, ¿cómo va a estar enamorada de Akira?

— No lo sé, pregúntaselo a ella. ¿Tú qué piensas, Mitsu?

— Supongo que Akira tiene ese tipo de atracción hacia ciertas mujeres.

— ¿Atracción? —Riko se rio—. Ese tipejo tiene la atracción de una mierda.

— Te recuerdo que la mierda atrae a los perros —Le contestó Mitsu rápida y aguda.

Riko se echó hacia atrás en la pared y siguió tomando su zumo.

— Pues cada mierda con su perro, entonces.

Se quedaron unos segundos en silencio, disfrutando del almuerzo y el sol de finales de verano sobre la azotea.

— A mí quien me preocupa es Daiki —Dijo Mitsu de pronto.

— ¿Daiki?

— Sí —Se llevó los palillos a la boca y saboreó un trozo de verdura—. Se está obsesionando demasiado con Akira. Y no sólo eso, cada vez está más a la defensiva. Le enfada cualquier cosa. Se está dejando dominar por su rabia.

— ¿Su rabia hacia qué?

— No lo sé. Todos tenemos miedos ¿no? Todos tenemos algo que querer olvidar o algo que nunca pasará, o rabia... Pero no podemos dejar que esa negatividad se meta en nuestras venas. Daiki está permitiendo que la negatividad le domine. Así que me preocupa —Terminó ella, antes de volver a meterse otro trozo de verdura.

Wagamama na Koi 2  EiENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora