Fui coronada primero con la pesada corona de San Eduardo, y luego con la pequeña pero hermosa de perlas y diamantes. Desde allí comencé a demostrar mi amor por la extravagancia y el derroche, claro, siempre que no pagara yo lo gastos. Me gustan los banquetes, los espectáculos, los bailes, en resumen todo. Mientras yo no corra con los gastos, debo resaltar de nuevo. Y no es solo porque sea una tacaña, porque quizás si lo sea un poco pero, es cuestión de lógica, si soy yo la reina, debería estar rodeada de personas dispuestas a pagar los gastos por mí.
No hay nadie más modesto que yo en cuanto a comer y beber, siempre fui una mujer flaca, de buen porte, pero sí de música y baile se trata no conozco limites. Casi siempre bailaba con Robert, aunque siempre me permití bailar también con otros apuestos jóvenes que fueran hábiles para la danza. También disfruto de ver a mis damas bailar para mi, ellas lo hacen muy bien, claro, no tan bien como yo. Pero si hay algo que me caracteriza es mi talento para la danza, y eso hasta mis enemigos lo reconocen.
Mi cambio de humor es otra de las cosas que me caracteriza, desde joven hasta ahora que soy una vieja reina en espera de la muerte. Podía mostrarme coqueta y alegre en la danza y minutos después seria e imponente con el parlamento. Como ni yo misma se cuando desaparece mi humor festivo, las personas deben tomar la precaución de ser cautelosos conmigo. El único que siempre se paso de la raya fue Robert, aunque incluso él conoció mi autoridad cuando más de una vez le golpee con suavidad pero simbolizando mi superioridad y poder ante él. Me gustaba torturarle haciéndole creer que realmente estaba considerando las propuestas de matrimonio de mis pretendientes. Enloquecía cada vez que le planteaba la idea de casarme, pero a mí me divertía. Nunca entendí porque se molestaba si tenía claro que jamás me casaría, se lo dije siempre.
Robert y yo siempre fuimos muy cercanos, casi inseparables. Claro que he tenido muchos favoritos pero él, es especial. Claro que todo aquello tuvo sus percances por ejemplo cuando murió Amy, Robert regreso airoso y desafiante a la corte, y yo me mostré distante con él hasta el punto de que comenzó a mostrarse preocupado y cabizbajo. Venia él con intensiones de casarse conmigo, pero de esa forma no seria. Yo no me casaría nunca con él, pues siempre me ha gustado ser inalcanzable para TODOS, al menos en ese sentido. Podía tener una relación amorosa con él, podía coquetear con muchos caballeros de la corte pero sin duda jamás me casaría con ninguno de ellos. Lo prefería cuando era un hombre casado, a cuando era un hombre viudo.
-No pienso casarme nunca. – dije con seguridad.
-Majestad, conozco vuestro temple. Pensáis que si os casaseis seríais solo la reina de Inglaterra. Y ahora sois rey y reina al mismo tiempo. – dijo sir James.
Pues es cierto, por qué confórmame con ser la reina de Inglaterra cuando puedo ser rey y reina a la vez. Y eso es lo que soy.
Después de lo de Amy le dije a Robert lo que pensaba, él se mostró asombrado pues, se sentía seguro de sí mismo y juraba que yo caería rendida ante sus pies.
-Os he hecho grandes mercedes, pero no acaparéis mi favor hasta el punto de que no pueda favorecer a otros.
-Pensé que sería mía majestad. – dijo con altanería.
-No caballero, no soy de nadie. Jamás me casare porque aquí solo puede existir una ama y no un amo. – dije haciendo rabiar al punto de que se marcho sin mi permiso dejándome sola.
Un ir y venir era nuestra relación, a veces discutíamos a veces éramos felices juntos, era un vinculo tan especial. Cuando enferme, sentí miedo por eso lo nombre protector del reino. Si no hubiera nacido para ser reina, me habría casado con él, seguro que lo hubiera hecho. Pero solo tengo un amor, un gran amor: Mi corona.
Quizás si no hubiera nacido para ser reina, hubiera sido una más en la vida de todos, quizás Robert me habría visto como vio a Amy. Es lo negativo de ser reina, nunca sabes si las personas te aman sinceramente.
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YO, ELIZABETH
Ficção HistóricaFui el bebé más deseado por el rey. No era para menos, se suponía que fuese varón, hasta el último momento se suponía que fuese varón. Su majestad solo deseaba tener un hijo porque ya Catalina de Aragón le había dado una niña llamada María, no desea...