CAPÍTULO 8.

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—Regresó mi chica

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—Regresó mi chica.—Dice Sally, elevo una de mis cejas.—A la que le importaba poco la vida de sus padres.—Hago un disimulado gesto.

—Es mejor ser la de antes, Hunter sigue con su nuevo chico y trabajo.—Explico en un tono neutro.—Pero no iré a Brasil.—Aclaro segura y ella rueda sus ojos.

—Deberías, las vacaciones no serán eternas, volveremos a la rutina de esclavitud.—Elevo mis hombros.

—Hunter canceló la tarjeta de viaje, tengo prohibido salir de la ciudad.—Digo desinteresada, Sally sonríe.

—Entonces...—La interrumpo rápido.

—Ni lo pienses.—Niego, ella resopla.

—Te enviaré dinero y listo.—Es mi turno de girar los ojos.

—No, Sally, me quedaré a ver universidades y que estudiaré.—Digo, seria, Sally frunce sus labios.

—Vamos, Ler...—Niego, ambas nos quedamos en silencio, notando la frustración en Sally.

—Ya decidí eso, eligire algunas universidades y posibles carreras que te interesen.—Elevo mis cejas y sonrío un poco para convencer a mi mejor amiga.

—Bien.—Ella me mira insegura antes de suspirar.

~~~~•~~~~

Muevo los folletos en mi cama, algunos caen y uno que otro papel de las diferentes carreras y su información de cada una, universidades de todo el país algunas tienen los edificios para que vivan los estudiantes, pero Sally y yo tenemos pensado en vivir juntas en algún departamento cerca de la universidad que entremos.

Suspiro, comienzo a tomar todos los papeles que todavía no reviso, unos cuantos es tan arriba de una almohada, las universidades que llamaron mi atención, comienzo a dejar los papeles en la caja de dónde los saqué, Sally y yo habíamos juntado demasiados.

Cuando dejo en orden mi habitación, voy a la puerta y la abro para salir, pero recuerdo mi celular, es lo que hago cuando llega la hora de la cena, nadie habla en la mesa y mucho menos me hablan, así que le envío mensajes a Sally.

Frunzo mi ceño al no encontrar mi celular, levanto algunos cojines, y las almohadas, resoplo con frustración, miro en el suelo y comienzo a caminar alrededor de la cama, veo algunos cojines de peluche negros y verdes en el suelo, los hago a un lado con mi pie desnudo y lo encuentro.

Que ordenada eres, Valery.

Me reclamo en mi cabeza, vuelvo al otro lado de la cama, dándole la espalda a la puerta, giro mi cuerpo, y poco a poco elevo mi vista, dándome cuenta de la presencia del peleador en el pasillo frente a mi puerta, reto la mirada extraña de ese chico, comienzo a caminar a la salida, y hago lo mismo que llevo haciendo hace unos días, ignorar a los hombres que viven aquí, cierro la puerta a mis espaldas, quedando muy cerca de ese gran chico, despreocupada comienzo a caminar por el pasillo dejándolo atrás.

~~~~~•~~~~

Me quito mi vista de la pantalla al ver al abuelo en la entrada del comedor, me levanto rápidamente, y mi padre aparece detrás de él.

—Mi Solecito.—Dice cariñoso, sonrío y camino rápidamente para abrazarlo, pero es cuando me doy cuenta de la pequeña caja de cartón en sus manos, y una bolsa de plástico en la otra.—Hubiera venido más temprano, te interrumpí tu cena.—Yo niego, en realidad no tenía mucha hambre y solo queria salir de ahí.

—No importa abuelo.—Respondo suavemente y emocionada de verlo, Hunter se empeñó en alejar la sociedad de mi.

Bajo mis ojos curiosa a la caja, me sorprendo al ver al pequeño cachorro blanco, pero ahora tiene más volumen en su cuerpo y se ve más saludable.

—Habías olvidado algo en la veterinaria.—Dice el abuelo burlón, río un poco.

—Se encuentra bien.—Digo aliviada, rozo mis dedos en su pequeña cabeza y éste se mueve un poco.

—Tiene que tener algunos cuidados, pero es todo una guerrera.—Abro mis ojos con sorpresa, no me habia dado cuenta de que era, mordisqueo mi labio, debo parecer una niña, pero es tanta la emoción de ver al abuelo y ahora a esa pequeña.—Fui a visitarla por ti, el veterinario me dijo que ya podía llevármela pero me dio información.—Asiento rápidamente sin quitar mis ojos de la cachorra, estoy completamente fascinada de ella.

Pero es cuando recuerdo quiénes también están en el lugar, mi sonrisa se esfuma al ver a mi padre mirar con atención la escena y curioso.

—Vamos a la sala, abuelo.—Murmuro en un tono neutro, él asiente.

—Valery, todavía no terminas tu...—Sigo al abuelo, sin tomarle importancia a la voz de Hunter.

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Miro de nuevo a Atenea, vuelvo mi atención a la portátil en mi abdomen, no tenía sueño y tampoco estaba cansada, así que decidí buscar algunos nombres para la cachorra.

Después me puse a ver algunas cosas de la pagina antigua del instituto, todos lo de mi generación se encuentran en esa pagina, habrá una fiesta antes de que todos se muden por las universidades.

Sally estará muy emocionada.

Las fiestas que organizaban los jugadores de fútbol americano eran las mejores, todos eran invitados era un gran caos pero la diversión nunca terminaba, salgo de la pagina y cierro la portátil, enciendo la lámpara de la mesa de noche y me levanto a dejarla en el escritorio, acomodo a Nea, me levanto, camino a la salida de mi habitación, cierro la puerta y camino por el pasillo.

Cuando llego a la cocina, busco algunas galletas de avena, abro todos lo muebles de la pared, ninguna caja de galletas.

Me pongo de cuclillas, abro las puertas de los muebles, comienzo a mover algunas latas, cajas de sopas, frascos y detrás de todo aquello, encuentro finalmente mis cajas de galletas. Me quedo quieta escuchando los pasos que se escuchan detrás de mi, miro sobre mi hombro y veo al gran chico de pie, sus ojos se clavan en mi unos segundos antes de buscar algo en el refrigerador, sigo con atención y curiosidad cada movimiento, saca un vaso especial azul rey con líquido café, lo mueve con fuerza y después comienza a beber.

Me levanto, pongo mi atención en la caja de galletas y las abro, él sigue en la cocina, llena mi cuerpo de nervios, tomo algunos paquetes y dejo la caja en un mueble de las paredes, giro, puedo ver el perfil de su rostro y como su ojo de dos colores me mira de reojo.

Aprieto mis labios cuando mi brazo roza con el suyo también desnudo, busco mi caja morada de leche , veo las diferentes cajas que se encuentran en el refrigerador y encuentro la mía, me acerco un poco a tomarla, mi cadera roza con su pierna.

¿Por qué no se va?

Me alejo del refrigerador, él cierra la puerta y clava sus ojos en las fotografías de las puertas grises, termino de servir mi leche en el vaso, camino al refrigerador, el chico se encuentra ahora a un lado del refrigerador, bebiendo a pausas su líquido café, llegue a mi límite, giro a verlo, sus ojos me inspeccionan con mucho detalle.

—Deja de verme.—Digo entre dientes seria ocultando el temor que me causa.

Espero que diga algo, pero solo lleva bebé de su vaso de proteína, entre cierro mis ojos, cabrón.

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