Un largo rato llevamos galopando, hasta que llegamos a una cueva. Empezó a detenerse y se arrodilló, con lo que pude bajar.
-¿Dónde estamos...?-Pregunté mirando alrededor
Me dió un empujoncito con el hocico y, tropezando un poco, me adentré en la cueva.
No se veía nada, así que, fui tanteando para no chocarme. Oía los cascos del caballo chocando contra el suelo, así estuve más tranquila sabiendo que me seguía.
Seguí andando, cuando, de pronto, empecé a caer. Chillé mientras caía, y pude apreciar un brillo color turquesa. Caí en un lago, al menos, no me hice daño. El animal cayó a mi lado pero en la orilla.
Nadé un poco y salí a la superficie, sacudiéndome.
-Otra vez...empapada...-suspiré
De pronto, oí una voz y seguidamente mi ropa se secó. Miré al animal extrañada y seguí andando.
-Acércate princesa...-Dijo la voz
-¿Quién anda ahí?-Pregunté extrañada
Una luz azul invadió la sala, y vi a un chico, alto, con una capucha negra y una túnica.
-Mi nombre es Yato, princesa, Dios del caballo negro
-Increible... O sea... Yato-dije haciéndole una reverencia
-No tienes que arrodillarte joven mortal-continuó- Estás aquí por una razón. Mi caballo te ha elegido a ti como su jinete. Estáis conectados
-¿conectados?-Dije mirando al caballo
-Sí. Mi animal ha ido buscando un alma pura, sencilla, y humilde
En ese momento pensé que se equivocaba de persona...
-No me equivoco -afirmó
-¿M-me has leído la mente? -me sorprendió su respuesta
-Soy un Dios...
Ya no sabía qué pensar... Así que deje mi mente en blanco completamente.
-¿Por qué yo?-Dije seria
-Porque eres distinta a los demás
-¿En qué me diferencio...?-seguí agachando a cabeza
-Has crecido con tus bisabuelos, les has ayudado, sin pensar más que en ellos. Otros no lo habrían echo así
Me sonrojé, en parte, no soy la única que hace eso, al menos, eso pienso.
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Aventura Sobre Herraduras
RandomUna chica humilde de un pueblo y sus dos amigos pasan aventuras juntos. Ellos dos se separan de la chica y ella se ve obligada a buscar su pasión, cuando un animal negro, elegante, aparece delante de ella. A partir del encuentro, nada volverá a ser...