Capítulo 10

31 6 0
                                    

-Además del caballo, te encargarás de mi-dijo el Dios
-¿E-encargarme de c-cuidarte? ¡No soy una niñera! - Repliqué
Él rió poco tiempo con lo que me quedé un poco confusa. Me lo explicó. Yato quería ver el mundo exterior, más allá de la cueva, pero no podía salir. Él quería ver, oír y sentir como una persona normal. Pero no podía, dijo que estaba encadenado.
Al oír esa frase abrí los ojos como platos.
Me acerqué a esas líneas metálicas y cogí una gran piedra
- Estira de las cadenas-le ordené
Él obedeció y yo pude seguir con mi plan. Dí con la piedra en las cadenas y estas se rompieron al instante, dejándole libre.
-L-listo...-dije jadeando
Yato se miró las manos, aguantado las lágrimas.
-Ey, no pasa nada... Cualquier persona...-dije
-Cualquier persona me habría dejado aquí... -Me interrumpió
Al oírle, una mezcla entre tristeza y alegría surgió en mi, con lo que le abracé. Él me abrazó fuerte dejando caer un par de lágrimas.
Me separé, y se las sequé según caían por su rostro sonriendo. El Dios también sonrió.
Me miró a los ojos y yo a él. Era una extraña sensación.
Tras la acción de su amo, el caballo me cogió y me subió a lomos. Yo me agarré a su crin rápidamente y Yato se subió detrás de mi, rodeando mi cintura con sus brazos.
El animal se puso a galopar rápidamente con lo que tuve que agarrarme bien. Noté que Yato se acercaba a mi para agarrarse mejor.
Era la primera vez que montaba un caballo de verdad. Sólo me monté en los ponis del pueblo...
El viento en mi cara me hacía sentir genial, la velocidad de ese caballo era realmente asombroso. Yato sonreía al ver la luz del exterior, y no me extrañaba, era su sueño.

Aventura Sobre HerradurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora