—¡Chris! —grité, captando la atención de todos los que estaban ahí. Las lágrimas caían desesperadamente, pero no me importaba, solo me importaba él. —¡Chris, Dios mío, Chris!
Un charco de sangre se formó alrededor de su cabeza y sus ojos seguían abiertos. Con la mano temblorosa, se los cerré con el mayor cuidado posible y le tomé la mano, que estaba comenzando a estar fría.
—¿¡Y tu quien demonios eres!? —me gritó el hombre que aún sostenía la pistola en su mano. Todos a su alrededor me miraban.
—¡Lo mataste! —grité, entre lágrimas. —¡Tú lo mataste!
—Por Dios, hagan algo con ella —se dirigió a los presentes, dejando caer la pistola. —Lo vio todo, no podemos dejarla ir.
Llevé su mano a mi pecho y la sostuve ahí, bajando la mirada y dejando que las lágrimas corrieran libremente. Chris, el que me ayudó cuando nadie más lo hizo. Chris, el que me devolvió mi vida. Chris, el que me salvó. Nunca más hablaría con él. Nunca le respondería aquella carta. Nunca más reiría con él. Él se había ido, para no volver jamás.
—Déjenla ir —una voz que yo conocía habló. Ronca, profunda. —Ella no dirá nada.
—¿Te volviste loco, James? —el hombre que había sido responsable de la muerte de Chris le tomó el brazo bruscamente, obligándolo a hacer contacto visual. —Si nos delata, iremos a la cárcel. Todo se iría a la mierda.
—No nos delatará —me lanzó una fugaz mirada, oscura, como siempre. La piel se me puso de gallina.
—¿Cómo puedes estar seguro de eso? —le preguntó el hombre.
—Vamos —sonrió, mirándolo casi con burla. —Ella sabe que si nos delata, muere. ¿No es cierto, pequeña Valerie?
James se acercó lentamente a mí. Cuando estuvo en frente, se puso en cuclillas para estar más o menos a mi altura y me levantó el rostro con un dedo.
—Vete —susurró, mirándome. —Te eh librado de un lío grande y será la última vez, porque no quiero verte nunca más por aquí. Ahora, vete.
Sin decir absolutamente nada, miré una última vez el cuerpo de Chris y me marché frente a la mirada expectante de todo el mundo. Una vez que estuve afuera, a punto de derrumbarme, mi celular comenzó a sonar.
—¿Hola? —contesté, con la voz a punto de quebrarse.
—¡Valerie! —la voz de Rubén se hizo presente. No pude evitar romper en llanto. —¿Qué sucede? ¡Dime dónde estás! Por Dios, me tienes tan preocupado.
—Soy tan estúpida —le susurré, secando unas cuantas lágrimas. —Yo... ni siquiera traje más dinero para marcharme.
—Iré de inmediato a buscarte. Solo necesito que me digas donde estás.
—En Barcelona.
—¿Qué mierda haces en Barcelona, Val? —me preguntó. —Eso es demasiado lejos.
—Solo ven a recogerme, después te contaré todo. ¿Vale? Te amo, maneja con cuidado —y sin más, le corté.
Seguí caminando hasta la estación de tren. Me senté en las afueras, en una banca, para luego cruzarme de brazos y mirar al infinito. No podía creer todo lo que había pasado en estas horas, de un éxtasis emocional pasé a una total desgraciada, a ver la muerte de un ser querido. ¿Cómo era eso posible?
Me sequé las lágrimas y miré la hora en mi celular. Ahora solo quedaba esperar a Rubius.
{...}
Estaba medio dormilando cuando sentí una mano en mi hombro. Miré hacia arriba para encontrarme con la figura de Rubén en frente mío, con una expresión de total cansancio.
—Vamos, pequeña —con sumo cuidado, tomó mi bolso y se la cargó en el hombro. Acto seguido, me tomó realmente como una niña pequeña y caminó hasta el auto, depositando mi cuerpo en el asiento del copiloto. —Ahora puedes dormir bien.
Sentía como las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, y miré hacía la ventanilla, encogiéndome en mi asiento. No quería que Rubius me viera así, tan rota.
—Me tenías preocupado —escuché su voz, mientras encendía el motor del coche.
—Lo siento —susurré, sin despegar la mirada del paisaje.
—No tienes nada que lamentar —respondió, mientras nos alejábamos de aquellas calles que tan malos recuerdos me producían. —¿Ocurre algo?
No respondí. Solo cerré mis ojos.
—¿Val? —insistió.
Abrí los ojos, suspiré y sequé mis lágrimas. Le miré: estaba concentrado en el camino, pero fugazmente me lanzó una mirada.
—Oh bebé, no llores —buscó mi mano y la apretó. —Todo estará bien.
—No —murmuré, llorando de nuevo. —Te hago daño, Rubén. ¿Qué no lo ves? ¿No lo sientes? Te hago daño, no te merezco para nada. Me cuidas, me proteges... de alguna forma, siempre terminaré dañándote. Ocupando tu tiempo. ¿No ves que no te merezco? Yo... yo no lo entiendo. No deberías amarme. —lloré con más fuerza, notando que él también había comenzado a llorar. —¡Soy... una mierda! ¡Por Dios, déjame ir! Ya ves que te haré un favor.
—No digas eso —su mirada estaba fija en el frente. Su mano aún sostenía la mía. —Eres mi todo, Val. Y jamás te dejaré ir.
Lentamente, fui cerrando los ojos.
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Valerie #2(Rubius).
Fanfiction"Sinceramente, creo que no soportaré la idea de que no recuerdes todo lo que te amaba. O amo".