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-¿Cómo debería de decirte ahora?- pregunta Alex.

-Supongo que no deberías de decirme ni cariñito, ni preciosa, ni nada por el estilo. Sabes que no me gustan las cursilerías.- responde ella, de la mano de él.

-Pero te gusto yo.- dice él, Naomi sonríe y aparta la vista.- por lo menos...

-Espera.- le dice a Alex.

Naomi se va un momento de la sala, y regresa con un violín en la mano. Arca una ceja y le pregunta a Alex si está bien que toque.

El asiente emocionado, y Naomi empieza a deleitarle con su música, su melodía, cada nota parecía una palabra que iba directo a su corazón. Sí, tal vez Naomi no era muy expresiva, pero con aquella canción le dijo a Alex todo lo que nunca podría llegar a decirle.

Una vez termina el aplaude aludido.

-¡Dios! Eres la Diosa del violín.

-Oh, no... No es nada, solo es una pieza que compuse ayer, supuse que te gustaría escucharla.

Él sonríe tiernamente y pregunta.

-¿Me la compusiste a mí?

-¿Quién dijo eso? Estás muy convencido, señorito.

-¡Es para mí!- gritó él.- Eres una ternura, Naomi.

La abraza y le da un giro por los aires, ella se ruboriza toda, y luego de un momento puede asentir.

-Bien, sí era para ti.

-¿Y qué querías decirme con esa canción?

-Que yo...

-¿Qué tu...?

-Que yo te quiero.- susurró, casi tan suave que se confundió con el viento.

-¿Eh? ¿Qué me odias?- preguntó burlón Alex.

-¡Que te quiero!

-Yo a ti, enana.- respondió uniéndose a ella, olvidándose de todo lo que los rodeaba.


Al otro lado de tu ventana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora