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Después del incidente del té, la primera semana que pasamos aquí juntos fue una de las peores de mi vida, mientras nos reubicábamos. Discutíamos constantemente por tonterías, por ejemplo por tirar la taza al fregadero y negarme a hacerle un té. Era ridículo, pero así funcionaban las cosas. Y ocurría con frecuencia. Harry siempre terminaba ganando y yo pagaba el precio por empezar la discusión.

Yo dormía en una habitación, él en la de al lado. Tratábamos de evitarnos el uno al otro tanto como fuera posible, pero siempre pasaba algo de todos modos. Élme decía cosas, yo le decía otras, terminabamos discutiendo y, o me llevaba en su hombro o de alguna otra manera me obligaba a hacer lo que quería.

Él dominaba y abusaba de su poder. Y yo, impotentemente perdía contra él todo el tiempo.

Como ahora, estaba sentada en la mesa con las piernas cruzadas y a punto de llevarme el tenedor a la boca cuando me dio por mirar a Harry. Masticaba su comida lentamente, sus ojos verdes mirando nada en particular cuando derepente se encontró con mi mirada.

Todo estaba tranquilo y parecía prolongarse durante horas, cuando en realidad llevábamos segundos aquí sentados. Lo miré y él hizo lo mismo. Había tanta tensión entre los dos que era casi visible. Sin embargo seguí comiendo, masticando lentamente mientras cogía un poco de pan que antes había visto, todo eso mientras nos mirábamos a los ojos.

"¿Por qué me miras así?" Cuestioné.

"Tú me miraste primero, Cata."

Otra cosa era que habia empezado a llamarme Cata. Tan pronto como lo dijo, tuve unas ganas inmensas de darle un porrazo. Cuanto más me lo decía, más coraje me daba y más me enfadaba. No era sólo por el hecho de que estábamos poniéndonos apodos, sino que apenas teníamos la decencia de reconocerlo. Por lo menos no hasta que nos declarasemos ganadores.

Una lástima que los dos quisiéramos ganar.

"Eres un monstruo," murmuré.

La mandíbula de Harry se apretó. "Tengo un pergamino egipcio lleno de cosas que eres," escupió con sarcasmo. "Te las podría decir todas, pero seguro que te pones a llorar."

"Idiota," dije para mi, apartando mi vista de él y mirando la comida de mi plato. Sabía que dentro de mi estaba dolida por esas cosas que me decía y cómo era conmigo. Sin embargo, estaba empezando a acostumbrarme a su forma de ser y sus maneras, y pocas veces pensaba en eso.

El silencio se prolongó. Miraba la comida con poco interés, demasiado ocupada pensando en cómo conciliar el sueño. Por lo general, se había convertido en algo tedioso porque no sabía si iba a despertarme y estar segura. Me sentía insegura y tenía miedo de cerrar los ojos cuando llegaba la hora de dormir. Mi cuerpo carecía de energía, por lo tanto, me causaba desmayos.

Se empezó a notar en nuestras sesiones de entrenamiento. Sin embargo, después de cuatro días al fin había empezado a hacer las cosas bien, y Harry me dijo que empezaríamos el combate cuerpo a cuerpo mañana.

Hurgaba en la comida con el tenedor hasta que Harry espetó, "Deja de hacer ruido con el tenedor en el plato. Es jodidamente irritante. ¿Quién te enseñó a comer? ¿Un cerdo?"

Se me aceleró el corazón con pura furia mientras parpadeé hacia él. "Oh, espera," Me burlé, "Eso no es cierto. Nunca me has enseñado cómo comer."

Harry masticaba molesto, apartando la mirada y se levantó. Pensé que iba a hacer algo violento, pero casi rompió el plato cuando lo tiró al fregadero y por supuesto, dejándolo ahí como indirecta de que era yo quien lo tenía que lavar.

            +

Día nuevo. Prometía oportunidades para que las cosas mejoraran. Dormí casi toda la mañana hasta que la puerta se abrió de golpe. Sólo pude abrir un ojo para ver la figura alta y delgada, de sexo masculino que había entrado.

Dust Bones [ES] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora