Cara a Cara

Capítulo 11 - Odio

*Narra Dylan*

Las cosas parecían haberse calmado con Alice, sus ojos habían vuelto a su dulce tono azul, desapareciendo ese color rojizo. A mi me atemorizaba no solo lo de los ojos, recuerdo esa noche que su pelo cambió cuando yo salí de la habitación a buscarla, era negro, de un negro tan oscuro como el carbón, sin embargo hoy estaba rubio y liso como ese día en el avión.

-Mi madre me va a comprar hoy el coche, ahora por la tarde iremos a un concesionario de coches, lo decía por... por si querías venir conmigo.- Sentí un pinchazo en el corazón al decirle esto, como si mi corazón no la quisiese, pero yo la quería.

-Por supuesto y luego podemos ir a dar una vuelta y tomar un helado.- Otra vez... tras su respuesta, otro pinchazo y esto me ocurre desde ese día... en el que todo pasó, Thomas... ese día en que mi vida cambió, en el que un odio hacia Thomas había crecido, al haber permitido lo que pasó, le odiaba tanto que era en lo único que pensaba todo el día, pero no lo entendía, si tanto le odiaba ¿porqué no podía dejar de pensar en Thomas? bueno... es normal, después de eso, es normal, fue algo demasiado intenso y fuerte, como para olvidarlo de un momento a otro. En mi mente intenté centrarme en Alice y en lo que pasó también, cosa que me puso los pelos de gallina.

Los días después de lo ocurrido eran imposibles de vivir, ¿como comparto habitación con una persona con la que he follado y odio? Varias veces se habían cruzado nuestras miradas, en las duchas, en la cafetería, en nuestra habitación, haciendo que mi corazón latiese mas rápido en esos momentos.

Estábamos en la cafetería, tomando la comida, hoy había sopa de fideos acompañada de pollo a la plancha con patatas fritas y ensalada, para variar el alimento, cuando una mirada profunda y oscura, se clavó en mi, era Thomas, pero no el Thomas de siempre, estaba más serio y su peinado y vestimenta era diferente a lo que él solía llevar. Llevaba toda su ropa de color negro y el pelo repeinado, como si tuviese o viniese de una acontecimiento importante. Pude sentir como mi corazón se aceleraba. Fruncí mi ceño, intentando hacerle saber que no quería hablar ni verle más. Alice se volteó hacia el lugar al que yo miraba, fijó la vista en Thomas, se volvió a fijar en mi y me dio una patada que me hizo gritar, provocando que Thomas se empezase a reir, lo cual me hizo dirigirle una mirada y fulminarle con ella.

-Bueno, ¿vamos? Quiero ir andando hasta casa.- Sin esperar su respuesta la agarré de la mano, dirigiendo por última vez antes de salir de allí una mirada asesina a Thomas.

Después de haber salido, mi corazón se volvió a relajar. Estábamos a dos calles de mi departamento y quise invitar a Alice a mi casa. Puesto que era viernes y mañana no había clase, la invité a dormir, a lo que ella aceptó encantada.

Llegamos a mi edificio y subimos por el ascensor, esperando llegar a nuestro piso.

-Hola mamá, se va a quedar Alice a dormir, no la incomodéis mucho ¿vale?- Conociendo a mi madre y sus preguntas, me llevé directamente a Alice a mi habitación, para así evitar cualquier estupidez de mi madre. Le cedí el paso y cerré la puerta detrás de mi.

-Ponte cómoda, siéntete como si estuvieses en tu casa.- Fue lo que dije antes de empezar a quitarme la sudadera roja, que tenía en letras blancas 'A5 - Newt' por delante, y por detrás 'The Glue', no entendía que significado tenía eso escrito la sudadera, pero tampoco me interesaba mucho, simplemente me atrajo a primera vista y la compré. Ella llevaba puesta una gabardina negra, que se quitó en apenas segundos después de que le hubiese dicho que se acomodase.

-Dylan, vamos a comprar el coche.- Dijo la voz de mi madre detrás de la puerta, fui a abrir para confirmarle y decirle que iría también con Alice. Entonces nos volvimos a poner la ropa que nos habíamos quitado para nada. Realmente me alegraba, aunque la seguía queriendo, algo me decía que no debía seguir con esto. Salimos todos por la puerta, entrando todos en el ascensor, en una situación que no me agradaba nada, pero Alice se mostró sonriente y firme, haciendo parecer que lo tenía todo bajo control. Por suerte mi madre no hizo ninguna pregunta ni habló durante todo el trayecto en coche hasta el concesionario.