Capítulo 13 - Aprendizaje

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*Narra Dylan*

Me encontraba delante de aquella persona, dudaba que fuese solo una persona, esos ojos ámbar amarillentos no eran los de una persona común, podía sentir su total armonía, estaba totalmente relajado, mientras que yo me encontraba totalmente nervioso e incontrolable.

-¿Quién eres?- Le pregunté de forma directa, andando hacia él. La voz me tembló un poco, pero conseguí decirlo.

-Eso no te importa ahora mismo. Lo que importa es que no quiero hacerte daño y que puedo ayudarte con tu incontrolable sed. Te ayudaré a controlarte delante de un humano. ¿Sabes porqué a mi no me quieres matar?- Esa era una incógnita de la que no sabía su respuesta.

-Te lo mostraré.- Me alejé de él, acto seguido, de la yema de sus dedos comenzaron a crecer hacia fuera unas uñas de animal, afiladas. De su cara comenzó a crecer bello por toda la cara, su nariz se había convertido en la de un animal, y sus orejas eran más puntiagudas. Estaba claro lo que era, era un hombre lobo.

-Por esto no te interesa matarme, porque no soy humano. ¿Has visto como puedo transformarme? Puedo controlarlo. No es muy diferente, a nosotros cuando hay luna llena, se despierta un instinto animal, que nos hace atacar a cualquiera, pero se puede controlar, la diferencia que lo tuyo es continuo, lo mio, una vez al mes. Para empezar, vas a tener que desaparecer un par de semanas, si no quieres matar a ningún ser querido. Aprenderás a alimentarte de sangre animal y a controlar tus poderes.- Saber que tendría que desaparecer me puso un poco triste... Mis amigos, mi familia, Thomas.

Le mandé un mensaje a mi madre, diciéndole que me iría por un tiempo, que no se molestase en buscarme, que estaría bien, que solo necesitaba un tiempo y que la mantendría informada. Desconecté el teléfono y me fui con ese ser, el cual aún desconocía su nombre.

Estábamos yendo por el bosque, nos adentrábamos cada vez más en la espesura del bosque. La vegetación comenzaba a escasear, debido a la estación del otoño. El bosque tenía un dulce color marrón. En el trayecto, ninguno de los dos hablamos, hasta que llegamos a una casa. Parecía quemada. Tenía muchas preguntas al respecto, pero ese ser me intimidaba, así que callé y seguí andando. Llegamos hasta una amplia puerta negra, parecía que los cimientos de la casa eran estables, a pesar del estado de ella. Por unos segundos, su cuerpo estuvo cerca del mio, sus ojos se posaron sobre los míos, su respiración pareció agitarse un poco. Sus ojos se habían vuelto amarillos en ese momento. Soltó una sonrisa mientras que se acercaba a mi y yo me alejaba, hasta que detrás de mi solo había una puerta.

-Creo que el aprendizaje puede esperar unos minutos.- Se abalanzó sobre mi. Sin darle permiso alguno, sus labios estaban besando los míos, pero no opuse ninguna resistencia, no se si sería por miedo o realmente no lo sabía por qué estaba haciendo eso. Sus manos comenzaron a bajar lentamente por mi espalda, llegando a mi culo. Podía sentir su pene erecto rozar con el mio, que estaba flácido y sin excitación.

-Por favor, no.- Dije en un susurro.

-Tranquilo, seré rápido.- Dejó caer en forma de susurro mientras besaba mi cuello. Mi pulso se aceleraba y no de excitación.

-Por favor, ¡basta!- De pronto, Thomas apareció detrás de él. Cogió su camiseta y tiró de el, alejándolo de mi. Ese ser se puso en pie y soltó un feroz rugido que me puso los pelos de punta.

-¿Qué ha sido eso?- Rugió fuertemente. Su voz había cambiado, era diferente. Le había crecido bello por la cara, sus orejas eran puntiagudas y de sus manos brotaron uñas de lobo, se había transformado. Pero pude observar como se relajaba. Quedé asombrado con la rapidez que se había calmado.

-Ha sido Thomas. Te ha tirado de la camiseta.- Dejé escapar una pequeña sonrisa de satisfacción.

-¿Y quién demonios es Thomas?- Dijo mientras se volvía a poner bien la camiseta.

-Es un chico de mi instituto, tuve algunas cosas con el y ahora me persigue a todos lados. Es una especie de fantasma y ahora por lo que veo también me defiende.-

-¿Pero qué? En mi vida había visto nada igual... es posible que con tus poderes puedas crear una figura que tu mente cree que te puede defender. De igual modo más le vale que se aleje, si no quiere ver muerto a su novio.- Cuando escuché eso me sonrojé y actué.

-No es mi novio. Vamos a seguir con el aprendizaje, quiero acabar con esto cuanto antes.-

-De acuerdo, abre la puerta.- Se refería a la entrada de aquella casa, quemada y negra. Agarré el picaporte con miedo, lo giré y empujé. La puerta se abrió con un chirrido. El interior de esa casa estaba toda quemada, muebles, suelo, paredes. Incluso había crecido un tronco de un árbol que había sido arrancado por la mitad. Ese tipo se dirigió a una puerta que daba a un sótano, le seguí hasta el corazón de la casa.

-Bien, te encerraré en esa caja durante una hora, pero claro, si no hueles sangre humana no actuarás, así que, he traído a una amiga para que nos ayude. Antes métete en esa caja.- La caja estaba hecha de Adamantio, un material casi indestructible. Abrí la cubierta, dentro vi marcas de arañazos, muchos arañazos. Al parecer había usado este método con otros. El chico tenía en las manos una especie de bolsita transparente con un líquido rojo oscuro, era sangre.

La sangre era de Victoria, una chica que había en mi clase, aunque no le había prestado atención. No sabía que se traía con Derek, aunque no me gustaba mucho.

-Por cierto, me llamo Derek.- Rápidamente, rompió la bolsita, echó un poco dentro de la caja y cerró rápidamente la tapa. El olor llegó rápidamente a mi olfato. Una rabia se despertó en mi. Mis ojos se pusieron rojos y unas ganas incontenibles de matar se apoderaban de mi, necesitaba salir de ahí y matar. El olor de la sangre inundaba mis fosas nasales, mis pulmones, mi cerebro. Empecé a golpear la caja fuertemente, pero la caja seguía intacta.

-Puedes intentar todo lo que quieras, la caja no se abrirá ni se romperá ni nada.- Escuché una puerta abrirse y pasos dirigirse al lugar en el que se encontraban Derek y Victoria.

-Hola Derek, ¿qué hacéis aquí?- Preguntó una voz desconocida. Parecía de un joven de más o menos mi edad.

-Estamos entrenando a un chupa-sangre.- El término que usaba Derek para dirigirse a mi no me gustaba nada.

-Vaya, ¿y de quién se trata?- Ya sabía quien era, era Martin, el de penúltimo curso.

-Dylan, va a tu instituto, seguro le conoces.-

-Sí, le vi en la fiesta, le vi irse con Thomas a la habitación. No me esperaba que fuese un chupa-sangre.- Escuchaba sus risas desde dentro. Seguí golpeando la caja.

-¡Derek! Dame sangre, la necesito.- Gritó mi cerebro.

-No, no la necesitas, necesitas calmarte. Y te voy a revelar el secreto para controlarte, tienes que pensar en lo que deseas. Te quedarás ahí hasta que consigas calmarte y practicarás esto todos los días, te dejaré salir cuando lo consigas.-

Los minutos pasaban y yo jadeaba, gruñía, gritaba, no conseguía relajarme, no era yo, era un extraño ser con sed de sangre y matar. Debía pensar en un deseo, debía pensar, pero estaba en blanco, el único deseo era matar y beber, eso no ayudaba. Finalmente me desvanecí debido al cansancio, ya que no podía caer por sueño. Pasé toda la noche en blanco, intentando pensar en algún deseo, pero no lo conseguía.


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Lo siento por tardar tanto, pero hay momentos en los que la inspiración desaparece, pero me forcé y en un momento salió todo.

Pronto llegaremos a 1000 visualizaciones, no me lo creo, gracias a todos, os quiero ♥♥

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Actualización 17/03/2018
-Corrección de faltas

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