Cara a Cara

Capítulo 15 - Náuseas y mareos

*Narra Thomas*

Amanecí en aquella habitación de la enfermería que apestaba a cloroformo, con el recuerdo de Dylan aún presente en mi cabeza, ¿cómo mi cerebro puede hacerme esto? Jugar con mis sentimientos. Está claro que mi único propósito en esta vida es y será sufrir. Preguntas sin respuesta acudían en ese momento a mi cabeza, abordándola y dejándome pensativo y sin saber qué responder. En ese momento el valor de mi mismo era peor que una mierda, me sentía débil y vulnerable, me sentía sin ganas de vivir, no quería seguir sufriendo esto, quería que todo acabase, que todo desapareciese o que yo desapareciese y ya estaba planeando qué hacer...

La puerta se abrió y entró la enfermera, en la mano tenía una libreta. Me preguntó que si me sentía con fuerzas me podía marchar, que si no que me podía quedar más tiempo, opté por irme. Físicamente ya me había recuperado, aunque me dolía un poco la zona de la paliza, era obvio que lo peor ya había pasado, pero emocionalmente nada había cambiado.

Caminé hasta mi habitación, extendí la mano para sujetar el picaporte, la mano me temblaba y una sensación de vacío me inundaba. Cuando conseguí relajarme, abrí la puerta, di unos pasos y miré a la cama de Dylan, que se encontraba vacía y fría. Me comenzaron a brotar lágrimas de mis ojos, el simple hecho de pensar en él, de saber que él no estaba aquí para besarle, abrazarle, cuidarme y quererle me ponía tan triste que me quería morir. No puedo vivir sin verle, le necesito más que nada, porque pienso que él es especial, que tiene algo especial y no puedo perderle, pero todo eso ya no me sirve para nada, él ya no está aquí , no volverá, yo no soy nada sin él. Él había sido la única persona que me había defendido hasta el punto de dejar inconsciente a una persona. Me dejé caer en mi cama mientras lloraba, hasta que me quedé durmiendo, un sueño había comenzado. Me encontraba en un tunel, al final se encontraba Dylan, me estaba llamando, me giré y ahí estaba él, Dylan O'Brien, sin pensarlo dos veces, salí corriendo hacia donde se encontraba, pero había un problema, yo estaba corriendo, pero no avanzaba, por más que anduviese  o corriese no avanzaba, también sentía dolor en una pierna, era una cojera, me impedía avanzar más rápido para llegar a él. Empecé a ponerme nervioso, el corazón se me puso a mil por hora. También comencé a llorar, él estaba allí y yo no podía llegar a él. Me relajé, respiré hondo y comencé a andar lentamente para que no me doliese, parecía que funcionaba, Dylan cada vez estaba más cerca, corrí a sus brazos, pero cuando faltaban escasos centímetros para llegar a sus brazos yo comencé a alejarme, por más que anduviese hacia delante no conseguía avanzar. Cada vez me alejaba con más velocidad, rayas negras, pequeñas rayas negras pasaron alrededor de mi, cada vez más y más, a una velocidad vertiginosa que despeinaban mi cabello rubio, hasta que el mundo desapareció y me quedé en la nada, en el vacío. De pronto comencé a caer al vacío, cada vez a más velocidad, hasta que un doloroso golpe me despertó. Estaba tendido en el suelo, había sido una pesadilla, una horrible pesadilla. Me levanté, aún llevaba la ropa de ayer, fui al armario a coger ropa para cambiarme. Cogí la mochila, abrí la puerta, aún con lágrimas en los ojos y me fui a clase.

En mi cabeza, lo único que había era "Dylan, Dylan, Dylan, Dylan". Comencé a sudar por la frente, de repente, una sensación de malestar se introdujo por mi boca, bajando al estómago, ¡necesitaba vomitar! Me levanté de mi mesa y salí corriendo hacia el baño. En el pasillo había alguien en una taquilla, pero la puerta de la taquilla le tapaba la cara, lo ignoré, fui al baño de hombres y entré al primer retrete que vi y... ¡PUAJ!, vomité una otra vez y otra vez. Me quedé unos segundos parado, mirando el vomito, pero realmente no lo miraba, estaba embobado. Una mano se posó en mi espalda y me sacó de mi trance.