|Cualidades|

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Nathan

Mientras bajaba por el ascensor, sentía que mis latidos golpeaban frenéticos en las paredes metalizadas, la imagen de una chica recostada en la cama se repetía una y otra vez, provocándome cierta dosis de nervios, la idea de dejarla sola me ponía ...

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Mientras bajaba por el ascensor, sentía que mis latidos golpeaban frenéticos en las paredes metalizadas, la imagen de una chica recostada en la cama se repetía una y otra vez, provocándome cierta dosis de nervios, la idea de dejarla sola me ponía los vellos de punta. Una vez que las puertas se abrieron, caminé tan rápido como me fue posible por el imponente recibidor del hotel; al final de las puertas de cristal, una hermosa rubia me esperaba con la melena bien peinada y una figura de muerte bajo un elegante sastre negro con camisa roja. Si barbie sacara una figura de abogada sería inspirada en Hadassah. Cuando ella sonrió, no pude evitar devolver el  gesto con nerviosismo.

-Creí que no vendrías- comentó mientras se acomodaba unos mechones fugitivos detrás de su oreja- ¿Tuviste problemas?

-No...- técnicamente no la estaba engañando- ¿Vamos?

-Siempre tan impaciente- soltó con sonrisa. Se colocó a mi costado para luego sostenerse de mi brazo; un acto que sin duda disfruté.

Había que tomar un taxi, el cual nos llevo hasta el hotel en donde se llevaría a cabo el evento. Algunas lonas en donde se presentaba el tema principal y los nombres de algunos de los ponentes, todos magistrados reconocidos. Al entrar al pequeño salón en donde fuimos recibidos con bocadillos y bebidas, no pude evitar sentirme como si de un estreno se tratara, había algunos colegas con quienes había tenido el placer de conversar alguna vez, los meseros se paseaban con bandejas de metal en sus manos y copas sobre ellas. Aquello parecía una gran fiesta con su temática jurisprudencial, me sentía como pez en el agua; nadie era extraño ni tenía ideas locas en su cabeza, todo era un ambiente de rectitud.

-¿Te gusta?-inquirió Hadassah al oído.

-Sin duda, gracias por invitarme- respondí con una amplia sonrisa.

Después de probar algunos bocadillos y de pasearnos por el pequeño salón, se nos dio una llamada para pasar a la sala de conferencias. Las filas de asientos tapizados en un color rojo se extendían por todo el piso alfombrado. Una tarima de madera y el logo del hotel que se iluminaba con un proyector. Junto a Hadassah nos apoderamos de dos asientos cerca del pasillo en la segunda fila; la emoción en mi era más que obvia, justo estaba acomodándome en mi asiento cuando vi a un hombre de traje azul y cabello canoso, ocupando el asiento a mi lado. Aquel hombre con aroma a hierba buena y esa fina capa de lentes sobre su nariz, era nada más y nada menos que él Juez Ferreira, una de las figuras más importantes de Canadá. En cuanto lo vi a mi lado, sentí a mi corazón latir como el de una colegial que se había topado con su estrella de cine favorita.

-¿No hablarás con él?- cuestionó en voz baja Hadassah, quién se había percatado de la presencia del juez.

-Por supuesto que no- respondí nervioso apretando la mandíbula- nunca he cruzado palabra con él.

-Eso no es problema- mencionó con sonrisa sugerente. La chica se inclinó sólo un poco en mi asiento para luego extender su brazo y tocar el hombro del juez- Juez Ferreira.

-¿Si? ¡Oh! Licenciada Mitchell- saludó con voz gruesa y algo ronca el hombre que fácilmente pisaba los cuarenta, estaba seguro que sonreía pero era imposible apreciarlo bajo su bigote blanquecino- que agradable sorpresa.

-Igualmente Juez, quiero presentarle a un viejo amigo- anunció Hadassah con sonrisa en sus labios- el licenciado Killer.

"¡Mierda!"

-Juez Ferreira, un gusto- saludé extendiendo mi mano frente a él.

-Un placer licenciado Killer- correspondió con seriedad el hombre, quién me miraba  fijamente- ¿De qué parte viene?

-New York, Manhattan- respondí fingiendo impasibilidad.

-El mercado grande- mencionó con sonrisa graciosa; a lo que yo terminé por devolver la misma mueca-¿En qué se especializo?

-Trabajo en una firma de abogados, llevo asuntos civiles, familiar y algunos amparos- respondí con emoción. Me encantaba hablar de mi carrera.

Aquello resultó lo más cercano a un sueño hecho realidad, tener la oportunidad de hablar con una de las figuras más icónicas del mundo de la abogacía, era sin duda un privilegio, había deseado desesperadamente años atrás cuando aún era estudiante, asistir a uno de sus seminarios, pues admiraba su trabajo y su carrera tan humilde y llena de honradez. Era alguien de quién se podía aprender mucho y justo ahora conversaba con él. Era un sentimiento agradable, incluso agridulce... Hasta ahora sólo había hablado de temas extraños y algo morbosos, se sentía bien poder estar rodeado de personas que entendieran mi pasión por las leyes, sin tener que encontrar la verdad en el misterio de sus palabras... Nadie estaba loco ni mucho menos hablaba disparates como cierta chica — ahora que lo pienso, ¿Estará bien? No suele ser alguien a quién le guste quedarse encerrada, quizás debería hablar con ella, sólo para asegurarme— sin embargo cuando estaba por sacar el móvil, la sala estalló en aplausos ante la presencia de los organizadores sobre la tarima.

"Tendré que hablarle cuando todo acabe"

Al finalizar la conferencia, se nos invito a una pequeña recepción en un salón de fiestas del mismo hotel. Debía admitir que cada tema estuvo realmente interesante, me alegraba infinitamente el haber venido. En el salón habían bocadillos, bebidas y algunos postres con excelente pinta, sin olvidar la compañía de cada uno de los abogados ahí reunidos y con Hadassah de mi brazo en todo momento; presentándome a cada uno de sus distinguidos amigos. Aquella chica no dejaba de sorprenderme, su porte, su forma de hablar, sonreír, su hermoso rostro y excelente figura; había olvidado que ella era alguien que no pasaba desapercibida.

-¿Y desde cuando están juntos?- cuestionó alegre un magistrado.

La pregunta sin duda me tomó por sorpresa, de hecho no estaba seguro si es que había perdido el color de mi rostro o en realidad había adquirido un tono rojizo.

-No somos pareja - respondió tranquila y con sonrisa Hadassah- de hecho, él está comprometido.

"¿Cómo se entero?"

Estaba sorprendido de que ella supiera de mi compromiso. No recordaba nunca haberlo mencionado. Mucho menos a ella.

-¡Oh!  Lamento la confusión- se apresuró a decir el magistrado con pena.

-No se preocupe señor... En realidad yo no estoy comprometido- la mirada de Hadassah se clavó rápidamente en mi rostro con incredulidad al escuchar aquello, incluso alejándose lentamente de mi- sucede que eso se canceló no hace mucho.

"Es cierto ¿No? Yo cancele nuestro compromiso, no estoy diciendo ninguna mentira pero entonces ¿por qué me siento tan raro?"

-Vaya, lo lamento... Debió ser duro- mencionó en tono lastimero el magistrado, a lo qué simplemente asentí y me disculpe retirándome con Hadassah de ahí. Después de todo ahora me sentía algo incómodo.

-No lo mencionaste nunca- soltó Hadassah una vez que nos alejamos-¿Por qué lo cancelaron?

-Más importante aún, ¿Cómo te has enterado?- decidí preguntar para esquivar su pregunta.

-No fue gracias a tu invitación...- respondió con sarcasmo. Aún así ella seguía luciendo como una dama- me lastimo que ni siquiera me avisaras, tuve que enterarme por medio de tu tía- "¡Mierda!" - la pobre estaba realmente apenada cuando me lo dijo.

-Lo lamento- se me ocurrió decir, aunque quizás no fue la opción más inteligente, cuando la vi soltar una sonrisa incomoda- no quería que lo supieras.

-¿Por qué antes habías terminado conmigo?- cuestionó con seriedad, provocando que el corazón se me paralizara. Sin embargo ambos nos dimos cuenta que el lugar en donde nos encontrábamos, no era el adecuado para aquella conversación- quizás debamos hablar en otro lugar.

-Estoy de acuerdo...- solté impasible aunque en el fondo me encontraba nervioso.

-¿Te parece si vamos a mi habitación?

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora