|Pijamada|

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Nathan.

"La besé

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"La besé..."

-Nathan...-susurró Eleanor con voz ronca y sensual sobre mis labios, al escucharla no sólo me pareció ajena a ella sino que además me estremeció.

Los labios que la señorita "Muerte" que actualmente tenía prestados eran los de mi antigua prometida, los cuales había besado un sin fin de veces. Siempre habían sido cálidos y con besos castos; pero era curioso pensar que aún cuando eran los mismos, se sentían completamente diferentes— demonios... Debemos parar— eso pensaba una y otra vez, pero era casi obsoleto. La señorita Muerte no sólo tenía una lengua altanera y filosa sino que además era fría y dulce, sus labios eran como bálsamo sobre los míos, eran agridulces cual malvavisco con relleno de caramelo de naranja; lo que había comenzado como un roce inocente de su parte, ahora se había convertido en algo peligroso. No podía detenerme, mi mente estaba en blanco... Los labios de Eleanor eran fríos y algo salados, a cada beso que nos dábamos era como si ambos nos arrancáramos un suspiro, no sabía en qué momento había tomado a Eleanor de la cintura y la había aprisionado entre la mesa y mi cuerpo — maldición... Quiero besarla hasta dejarla sin aliento— realmente no solía besar así, era como si mi estómago fuese un hoyo negro y mi corazón palpitara en mi garganta; finalmente la forma de los labios tenía sentido para mi, ya que así podían encajar perfecto con los de alguien más. Su lengua y la mía danzaban con torpeza y aún así se sentía extraordinario, en un momento de impulso tomé su labio inferior entre mis dientes y por dios que era delicioso, suave y carnoso.

-Para...-volvió a susurrar Eleanor, quién estaba sujetando mi camisa en busca de un poco de espacio-Es raro.

Sus palabras de pronto me regresaron a la realidad, lentamente fui abriendo mis ojos encontrándome con la mirada ofuscada de Eleanor, aún no me atrevía a romper la distancia entre nosotros pues por primera vez me percate del aroma natural de esta chica, no era dulce ni con esas extrañas esencias cargadas que lastimaban la nariz, en realidad era un poco simple pero resultaba adictivo.

-¿Estas mejor?- preguntó mientras trataba de recuperar el aliento.

-Si... Estoy mejor- contesté algo aturdido por aquel beso-Eleanor nosotros...

-Sea lo que sea que tengas que decir no importa- mencionó con rapidez, con esa expresión extraña debido a que su sonrisa no llegaba hasta sus ojos- no pasa nada, ¿Deberíamos cenar?

-Eleanor, ¿Finges o realmente no te importa lo que acaba de ocurrir?- inquirí algo molesto al ver como ella se pavoneaba con naturalidad, como si aquello realmente no fuese nada. Mientras que yo me encontraba aturdido y ofuscado.

-¿Quieres hablar de eso?-comentó con su filosa lengua, parecía buscar retarme-Bien, entonces tú y yo sabemos que nosotros no sentimos nada ¿no? Esto en realidad fue como un...

-¿Experimento?-completé con un mal sabor de boca.

No era con exactitud la mejor palabra que le quedara a la situación, de hecho tan sólo pensar que en realidad aquello no era más que un acto curioso, que una chica rara había hecho conmigo me cabreaba, me sentía más confundido que antes... "No sentimos nada" aquello me paralizo, no tenía respuesta a ese comentario en realidad sabía que no sentía nada romántico por ella,  pero decirlo era como leer todo un libro en latín... —Si en realidad no siento nada, ¿Por qué no puedo decirlo como ella lo ha hecho?— una parte de mi se sentía extraño y otra estaba un poco feliz por haber besado a Eleanor.

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora