|De norte a sur|

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Nathan.

-Estoy enamorada de ti

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-Estoy enamorada de ti...-susurró. Eleanor estaba quebrándose ante mis ojos y yo no estaba seguro sobre lo que tenía que hacer; después de todo siempre fui malo para consolar.

Aquella situación me recordó una frase que solía decir mucho mi madre "Una mujer enamorada puede ser la más dulce pero también la más peligrosa"... —cuanta razón tenía mi madre... sin embargo yo agregaría algo más: "Una mujer enamorada puede ser dulce pero también la más peligrosa... pero una señorita Muerte enamorada puede ser muy temerosa"—. La chica frente a mí era la misma con la que había viajado, haciendo misiones sin sentido y divertidas, era aquella curiosa y de lengua filosa que me había llegado a cautivar, la chica de mirada felina y labios deliciosos, ahora estaba frente a mí con la única y desastrosa verdad, ella había interrumpido la vida de quién iba a ser mi prometida, todo para tener la oportunidad de volver a verme. No importaba de qué forma fuese... el peso de lo que ella había hecho era aún más grande e importante, mi corazón se debatía sobre qué era lo correcto y mi cerebro quería participar; me había enamorado de ella, la lista de las cosas que me comenzaron a gustar de la señorita Muerte era ya lo suficiente larga como para decir que podría comenzar a quererla... pero no estaba preparado para escuchar aquello; claramente no era algo para lo que mi amor estuviera preparado.

-Te has enamorado...-susurré con un nudo en la garganta que le daba a mi voz un timbre bastante patético. Mis ojos no paraban de derramar lágrimas, podía imaginármelos rojos e hinchados- te enamoraste de mi... ¿Desde cuándo?

-¿Eso importa?-regresó la pregunta con cierta dosis de altanería, esa misma que solo ella sabía dar.- yo no sabía que podía sentir; no me consideraba cálida, pero ayer que estuve contigo me hiciste dar cuenta de todo lo que soy capaz de sentir. Tú me haces creer que de alguna manera es posible.

En mi corazón quería decirle que ella también me hacía sentir lo mismo. Eleanor le dio su cuerpo para que me hiciera poder continuar con mi vida, sin tener el peso de su memoria y así darme la oportunidad de creer de nuevo y hasta pensar en el amor; pero nunca imaginé y estaba seguro que ni la misma Eleanor que esa coyuntura, la encontraría precisamente en quién precisamente le arrebató a ella la vida. Supongo que esto es un claro y pésimo ejemplo de la ironía. Sentía que tenía que procesar muchas cosas en mi cabeza y no podía hacerlo con ella frente a mí, pues era como sostener un trozo de hierro caliente.

-Eleanor, lo que hay entre nosotros...-sentía que las palabras se ahogaban en mis cuerdas vocales, era como intentar decir un trabalenguas- lo que ocurrió anoche fue sincero e importante... pero esto que me has dicho cambia todo; yo no estaba preparado para...

-No te preocupes Nathan-me interrumpió de forma tajante, a diferencia mía ella hablaba con una seguridad un tanto envidiable y quizás hasta temerosa- no vine aquí para que me digas que me amas a pesar de todo, porque entiendo perfectamente que eso sería algo completamente estúpido. Escucharte decir que te habías enamorado de mí fue suficiente; pero entiendo que tu amor no es tan grande como para perdonar el hecho de que te quite a tu prometida, y créeme que yo lo entiendo y de hecho estaba preparada para eso.

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora