|¡No es lo mío!|

285 31 2
                                    

Eleanor.

•El aroma a café y waffles recién hechos me abrazaban mientras esperaba quieta y en silencio en aquella sala

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•El aroma a café y waffles recién hechos me abrazaban mientras esperaba quieta y en silencio en aquella sala. Sabía que al encontrarme aquí se sorprendería, pero fue el único lugar al que se me ocurrió venir.

-Te digo que todo está listo; la columna será un éxito y la noticia...-escuché mientras logré ver la silueta de Rebecca pasar rápidamente para la cocina, al mismo tiempo que el sonido de sus tacones martillaban el piso. Lentamente su voz se iba acercando hasta que pude verla en el umbral de la puerta de la cocina- No tienes de que... ¡Pero que rayos! - exclamó con horror al encontrarme sentada sobre su sofá- ¿Eleanor?

-¿No vas a responder?- pregunté señalando el móvil sobre el suelo.

- ¡Mierda! -Rebecca tomó nuevamente el móvil, haciendo un ligero intento para aclarar su garganta- lo lamento... Sí, estoy bien. Solo me cruce con algo inesperado...- mencionó lanzándome una mirada fulminante-Te llamo luego.

Ni siquiera espero a que la otra persona respondiera, simplemente colgó y se acercó incrédula hasta a mí, una vez que se sentó a mi lado, me tomó de las mejillas y comenzó a estrujarlas entre sus dedos; como si necesitara confirmar que era yo realmente.

-Para ya, me haces daño- reclamé para luego apartar sus manos de un golpe- estas de pesada.

-¡Ah! lo siento. No acostumbro a que las personas se aparezcan sin más en mi departamento-respondió sarcástica- harás que muera de un maldito infarto.

-De un infarto es de lo que menos te tienes que preocupar- solté con indiferencia- lamento el susto.

La chica en cuestión se limitó a soltar un suspiro, para luego hacer un ademán con su mano indicándome que no pasaba nada. Luego se puso de pie y caminó hasta una mesita, en donde se encontraba un tequilero del cual se sirvió un poco en un vaso con hielo; por lo que me limité a mirarla con desaprobación, a lo que ella me regresó la mirada con demencia, excusándose que era debido al susto — excusa barata —.

-¿Y bien?- preguntó Rebecca una vez que se dejó caer en el sofá de forma poco elegante- ¿Qué haces aquí? ¿No estabas en las Vegas?

-¿Quién te dijo?-cuestioné con la frente arrugada.

-¿Quién más?- regresó la pregunta con obviedad- ¡Pues Nathan!

En el momento que escuché aquel nombre mi cuerpo se tensó y me congele de inmediato, sentía como las tripas se me contraían cual víboras arrastrándose por el suelo, el corazón se me derretía con la intención de salir por mi boca. No tenía ni idea de que Nathan les informaba sobre nuestros destinos, pero si lo pensaba detenidamente tenía lógica. —Me preguntó si acaso les contó sobre que ni siquiera llego a dormir— pensé con cólera. Fue cuando unas manos cálidas se posaron sobre las mías, debido a eso me di cuenta que las tenía empuñadas y con las uñas clavándose sobre mis palmas.

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora