Quédate y vete

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Me desestabilizas. Tú, vuelves como si nada, o más bien como si todo. Crees que aún tienes derecho sobre mí pero ya no es así. No es como antes, cuando yo era tu marioneta y hacías lo que te pareciera mejor conmigo. ¿Para qué regresas? Me haces daño aún. Me hiere que hayas amado a alguien más y que me cuentes todo como si yo fuera otra persona más en tu vida, nada especial. No es justo, ¿Sabes? Me desahogo en letras, desahogo el dolor que aún me causas. Tal vez soy la culpable por permitirlo, tal vez soy demasiado débil como para olvidar tu presencia por completo y que la más mínima alusión a ti aún me afecte. Por eso me desestabilizas. Pasa el tiempo y justo cuando estoy a milésimas de segundos de superar tu ausencia y tu presencia, regresas. Regresas y creas tormentas en mi alma, revuelcas las memorias que son como alfileres dentro de mí, hiriéndome. Lo peor de todo es que me acostumbro en cuestión de segundos a saber de ti, la maldita costumbre que me consume. Y cuando te marchas como lo haces usualmente debo comenzar el ciclo doloroso de sanar. Ya es un ciclo, te marchas y regresas y siempre es el mismo proceso. ¿Por qué mejor no te quedas? ¿Por qué mejor no te marchas? ¿Por qué complicas todo? ¿Por qué desestabilizas el balance que había logrado, o pensado lograr, al estar sin ti? Ya no tengo opciones, quizás solo me queda aceptar que siempre estarás ahí y que nunca volverás. Quédate y vete, vete y regresa. Continúa desestabilizandome, continúa hiriéndome, así como me acostumbro a ti, tendré que acostumbrarme a esta situación, donde te quedas y no estás.

Desnudándome en letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora