Y su espalda también

176 11 1
                                    

Respiro profundamente y froto mis manos sudorosas en mi saco para poder relajarme aunque sea un poco. Siento el ligero y fresco viento mover con suavidad mi cabello rubio hacia atrás, pero en lugar de gustarme la sensación, me provoca escalofríos.

Me acomodo brevemente la falda larga y ajustada del traje y la corbata para librarme del estrés que me inunda. Me encomiendo a entrar al restaurante justo después de tomar una gran bocanada de aire para no vomitar por el nefasto olor a grasa y sudor del lugar.

Los nervios me controlan y doy un paso en falso justo al entrar al restaurante. Por suerte nadie lo vio y mi tacón derecho sigue intacto

Me dirijo sin rodeos hasta la oficina del dueño y miro a mi alrededor todas las mesas ocupadas por comensales que al parecer disfrutan de su comida, ajenos a todo lo que les rodea. Concentrados solamente en la bola de grasa que tienen frente a ellos, despreocupados de las consecuencias que podría traerles ese asqueroso "alimento".

Justo antes de entrar a la oficina, distingo desde lejos la que parece ser la caja registradora. La barra en donde la gente paga para comprar esa cosa con pan encima está vacía y solamente alcanzo a ver al cajero. Un chico de no más de 25 años.

Tiene una expresión aburrida y ausente aunque sus ojos permanezcan cerrados. Su codo apoyado en la tabla azul, mientras sus nudillos cargan con todo el peso de su cabeza. Su oscuro cabello despeinado y no tan largo cae sin cuidado por su frente cubriendo un poco la parte superior de sus cejas.

Mirándolo más detalladamente noto que sus brazos son fuertes y en realidad con ese principio de barba no es nada feo.

Quizás no sea un adonis pero en realidad no está nada mal. Puede que después hable con él.

Golpeo dos veces la puerta de la oficina y cuando escucho una voz grave responderme, entro.

- Tome asiento señorita Mach... Machert...

- Machecourt. Melanie Machecourt.

Corrijo, no sin cierta molestia, y obedezco sin objetar recordándome que todo esto es sólo para reunir el dinero suficiente. Sólo por dinero.

- Cierto, había olvidado lo difícil que era pronunciarlo.

- No es difícil, con una o dos clases de dicción podría pronunciarlo fácilmente - espeto, forzando notoriamente una sonrisa.

- Cuidado señorita Melanie. No olvide que sólo está aquí porque su tía es amiga mía. Si yo considero que usted no merece estar aquí, no me sería difícil correrla sin más.

Por favor, me estaría haciendo un favor.

- Lo siento.

Sí, siento tanto que se esté acostando con la tía más gorda y molesta que tengo. Aunque se parece a usted.

- Así está mejor. Bien, como es tu primer día no te exigiré demasiado. Por ahora sólo serás una aprendiz. Después veremos si podremos ascenderte.

- Entiendo. ¿Ya puedo irme?

- ¿A la caja? Si. A tu casa no.

Además de una abundante cabellera y un excelente físico, tiene un gran sentido del humor. Que extraño que sea soltero.

- Está bien. Entonces, me retiro.

- Espere, Antes de que se me olvide, dile a Khaled que te enseñe todo lo que debes saber. La empleada que se encargaría de ti está embarazada. Tiene casi ocho meses ya y al parecer ya no puede venir.

No me digas, que inesperado.

- Okay.

Dejo salir un enorme suspiro cuando cierro la puerta tras de mí. Ese hombre me pone de los nervios y no sé muy bien por qué sea. Quizás por la mirada de pervertido que tenia dirigida a mis piernas sin ni siquiera disimular.

KhaledDonde viven las historias. Descúbrelo ahora