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Juraba que mi interés por la linda desconocida pasaría desapercibido a los ojos de mis acompañantes, después de todo, yo era el que tenía una especie de bengala brillando en mi muñeca, que además, solo nosotros dos parecíamos notar, mientras los demás pasajeros bajaban tranquilamente del avión sin siquiera decir una palabra sobre cómo se había encogido y desencogido con ellos dentro, sobre como en cierta parte del avión la temperatura, sonido y visión se distorsionaban por unos segundos cada vez que tomaban algo de la parte derecha del bar o pasaban hacia el baño, y por supuesto, parecían encontrar total y completamente normal el que de mi muñeca saliera una cascada encandilante de brillo azul. Sin embargo, unos segundos más tarde, noté la mirada de mi madre viajando furtivamente entre mi muñeca y la de la chica, que esperaba por sus acompañantes unos cuantos metros frente a nosotros. Apretó fuertemente la mano de Áxel, mi padre, tanto que sus nudillos se volvieron blancos, y sus mejillas, más rosadas de lo normal. Hasta podría decir que se llegaba a sentir el calor emanando de su cara; pero no dijo ni una palabra, en cambio, nos dirigió hacia las puertas dobles automáticas que nos llevaban directamente a la sala de desembarque.

Estábamos entrando al aeropuerto y aún sentía cómo mi muñeca quemaba, tanto como para hacerse notar en todo momento, pero no lo suficiente como para ser molesto o doloroso. Noté cómo, vagamente, la temperatura había ido disminuyendo a medida que me alejaba del avión y de la chica misteriosa, pero uno de los símbolos, que parecía algo así como unos arcos cruzados con una especie de cola se negaba rotundamente a atenuar su brillo. De la misma forma, al parecer solo mis padres y yo lo notábamos, solo que ellos estaban haciendo un excelente trabajo en ocultarlo. Aún no sabía por qué, y sinceramente no me interesaba mucho averiguarlo, en realidad, mi mente estaba intentando descifrar qué diablos había pasado allí atrás. Repentinamente sentí el deseo de decir o hacer algo al respecto, pero tomé todo el autocontrol que me quedaba, armé una soga y me la até a la cintura, y luego a un poste, no, a un edificio, metafóricamente, por supuesto. Hasta no estar totalmente seguro que mis acciones no pondrían a nadie en peligro, no quería hacer nada estúpido, mantendría mis narices lo más lejos posible de ese tema, por el momento.

Recuperamos nuestro equipaje embalado y nos dirigimos de vuelta al avión, donde una procesión de autos de todos los tamaños y colores desfilaba por una rampa descomunal hacia un estacionamiento provisional. Nos subimos al nuestro en cuanto lo encontramos.

— Tanto tiempo sin subirme a una de esas cosas... Por todos los cielos... ¿Qué vamos a hacer? —no lo había notado hasta ese momento, pero el aspecto de mi padre dejaba mucho qué desear. Estaba lívido, sus labios habían tomado un color violeta blanquecino, y parecía a punto de dejar todo el desayuno en la guantera.

Intenté no reírme con todas mis fuerzas, aun así una pequeña sonrisita inocente se asomó tímidamente en mi cara, sin llegar a eclosionar completamente. Casi había olvidado el mareo de mi padre al bajar de cualquier vehículo que él no hubiese conducido, y que nos había metido en tantos vergonzosos y divertidos problemas el pasado año, cuando había decidido hacer una especie de tour por varias ciudades en vez de conducir directamente a casa de uno de sus amigos y compañero de trabajo que se estaba casando, todo con la excusa de "Conocer un poco más de la cultura gringa en diferentes ciudades", sus palabras, no las mías. Yo lo encontraba tedioso, más que todo porque mi trasero se adormecía completamente al pasar más de una hora sentado sobre él, y era peor cuando ese adormecimiento se trasladaba a las pelotas. Por supuesto, esto nos condujo a subirnos a varios transportes de turistas que nos llevaban a los lugares más importantes de la cuidad que estábamos visitando. Curiosamente, su mareo no aparecía cuando una persona de su confianza estaba conduciendo, como mi madre, uno de sus compañeros de trabajo, o incluso en nuestras clases de manejo esporádicas. Sin embargo, este no había sido el caso. Tampoco lo fue con ninguno de los transportes turísticos, ya debes imaginar el resto.

La Elección: Lucien es "Diferente" - @VermudezgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora