—¿Así que mi tía le tiró a David un zapato porque lo consiguió durmiendo contigo en la misma cama? —preguntó Alice, esperando mi confirmación.
Yo asentí con la cabeza enterrada en mis manos y un gimoteó ahogado.
Sus estruendosas carcajadas no se hicieron esperar ni un segundo más. Levanté un poco la mirada, sólo lo suficiente para poder ver cómo su cuerpo estaba echado para atrás y su cara se teñía de un rojo cada vez más intenso.
—¿De qué se ríe Alice? —preguntó Nathalia, entrando a la habitación acompañada de Theo.
Nos encontrábamos sentados en el cafetín de un centro comercial ya que, debido a que habían comenzado las vacaciones de diciembre hace unas semanas y no nos veíamos tan seguido como tenemos acostumbrado, decidimos reunirnos para hablar un poco de lo que hemos hecho y también para hacer alguna tontería juntos.
La susodicha tomó aire ruidosamente.
—¡La mamá de Claire le aventó un zapato a David porque lo consiguió durmiendo con su querida hija en la misma cama! —exclamó volviendo a recaer en su ataque de risa.
Nathalia me miró con los ojos abiertos de par en par, esperando a que yo le dijera que era una broma, que Alice se había vuelto loca o que ya estaba delirando, pero al ver que no dije nada y, tomando mi silencio como una afirmación a las palabras de mi prima, ésta se sumó a Alice y ambas quedaron sumidas en sus carcajadas.
Incluso Theo, que siempre había sido el más serio y tranquilo de nosotros, estaba aguantándose la risa en ese momento.
¡Vaya amigos, una aquí sufriendo la vergüenza que sólo una madre puede ocasionar y ellos no hacían más que reírse!
—¡No es gracioso! —exclamé sonrojada a más no poder.
—¿Dónde le cayó el zapato? —preguntó Alice sin dejar de reír.
Giré el rostro conteniéndome de no sonreír. Debía admitir que la risa de ella siempre había sido bastante contagiosa... Y la verdad, al recordar el rostro de David esa mañana, una parte cruel de mí sentía la necesidad de unirse a mis dos amigas y destornillarme de la risa.
—¿Para qué quieres saber? ¿Para seguir burlándote de mí? —pregunté haciéndome la resentida, aunque en realidad seguía haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad para no reírme.
Alice rodó los ojos.
—¡Vamos, ya nos contaste la mejor parte, tampoco es que respondernos eso sea algo tan difícil! —exclamó.
Balanceé mis posibilidades; si no se lo decía ahora no sólo lo descubriría cuando viera a David en la salida anual que haríamos mis amigos y yo la próxima semana, sino que también me atosigaría hasta que lo hiciera... Y si se lo decía, su risa sería aún más extendida.
Decisiones, decisiones...
Solté un suspiro resignado.
—En la frente —murmuré entre dientes.
Vi el temblor en los labios de Alice y Nathalia casi al mismo tiempo.
Lo sabía, aquí venía...
—¡Frente de berenjena! —chilló mi prima antes de partirse nuevamente en carcajadas.
Santa Dios, al demonio mi autocontrol, con ese comentario inclusive Theo comenzó a reír descontroladamente.
—Frente de berenjena —repitió éste por lo bajo cuando se hubo calmado, negando con la cabeza—. Bueno, ya sé que jamás dormiré en tu casa, Claire —bromeó—, mi rostro es muy bello para ponerlo en riesgo —Y acto seguido, hizo un movimiento digno de toda una diva para crear énfasis en sus palabras y hacernos reír aún más.
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Inaccesible ©
Teen FictionEs una ley, mundialmente reconocida, que absolutamente nadie puede ignorar a un Cleveland. Entonces, ¿cómo es posible que ese tal David Slerman me ignore a mí, Claire Cleveland? Ni una mirada, ni un simple "hola", ni un pestañeo... ¡Nada! Simplement...