29. Juego Cruel.

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Capítulo veintinueve: Juego cruel.

—Así que... ¿Desde entonces no han hablado? —Me preguntó Calvin, acomodando el tablero de "Clue" sobre la mesa central de la sala.

Fruncí los labios.

—No —dije, con una horrible sensación en la boca del estómago.

—¡Ay, pero qué imbécil! —exclamó Alice a mi lado.

—¡Alice, no puedes hablar así sin saber cómo se siente el pobre chico! —exclamó Calvin molesto.

Alice rodó los ojos.

—Yo puedo hablar cómo me dé la puta gana —respondió Alice.

Calvin miró al cielo, como pidiendo misericordia por tener que soportar el genio de Alice constantemente.

—No puedo con las vulgaridades de la grosera de tu prima —Me dijo Calvin—. Dejando de lado eso, David se está comportándose como un completo idiota malcriado... Algo así como Alice diariamente.

—"¡Calvin, no puedes hablar así sin saber cómo se siente el pobre chico!" —exclamó Alice, haciendo una imitación del tono de voz de Calvin hace un rato.

Admitía que toda esta situación era altamente divertida. Este par podía hacer que cualquier persona olvidara un rato todos sus problemas con sus constantes discusiones, que eran graciosas para todos... Menos para ellos dos.

—¡Cállate, pedazo de mierda! —chilló Calvin.

Alice lo miró con fingido horror, aunque era obvio en el brillo de su mirada que ella también estaba cabreada.

—Claire, no puedo con las vulgaridades del grosero de tu mejor amigo —dijo ésta, burlándose claramente del chico.

Calvin estaba que le rechinaban los dientes de la rabia.

—Eres de lo más insoportable —Aseveró.

Alice rodó los ojos.

—No soy ni una cuarta parte de insoportable de lo que eres tú —Le aseguró ella.

—¡Vamos a jugar! —exclamó el chico, después de una larga mirada de odio.

Yo tomé la ficha roja, que representaba a la Señorita Escarlata, Calvin la morada, que era el Profesor Moradillo y Alice la Blanca, que era la Señora Blanco.

Repartimos las cartas correspondientes y comenzamos a jugar. Suposiciones por aquí y por allá, Calvin y Alice mirándose de manera desafiante mientras se lanzaban insultos a diestra y siniestra y yo riéndome de ellos e intentando descifrar el asesinato.

—¡Alice, hagamos una apuesta! —exclamó Calvin a mitad de la partida.

Alice lo miró con ojos entrecerrados.

—Te escucho —contestó la chica.

—Bien, si yo gano, tendrás que cancelarle a Freddie lo de la ida al baile e irás como mi acompañante.

Alice enarcó una ceja.

—Pero si tú ya tienes pareja y el baile es mañana —Le recordó.

—No me interesa, eso ya es cosa mía —contestó el chico encogiéndose de hombros.

—Si yo gano, tendrás que ir con esmoquin rosado —replicó la chica.

Calvin abrió los ojos de par en par.

—¡De ninguna manera! —exclamó.

Alice se encogió de hombros.

—Entonces no hay trato —respondió.

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