Capítulo veinticuatro: Testosterona por doquier.
—Señor Slerman, pase de una vez o quédese afuera. No puede quedarse allí parado todo lo que queda de clases —dijo la profesora de biología con tono cansino. Miró su reloj—. Sólo estamos a una hora de acabar este bloque, ¿trae su justificativo?
David finalmente apartó la mirada de Lyssandro para dirigirla hacia la profesora. Sin mediar palabra, buscó en el bolsillo delantero de su pantalón y sacó un papel con el sello de un establecimiento médico. Se acercó al escritorio de la profesora y lo dejó encima.
Ella lo revisó y asintió con la cabeza.
—Muy bien, busca otra silla y siéntate con tu compañera. Por el día de hoy, tendrás que trabajar en conjunto con un alumno que se nos ha integrado el día de hoy, su nombre es Lyssan...
—Lyssandro Sabbateli —La interrumpió David con tono severo.
Santa mierda.
Me olía a sangre... Mucha, muchísima sangre.
—Sí, exactamente —dijo la profesora con inocencia.
David tomó una silla del fondo y la asentó con fuerza en el suelo, justo frente a Lyssandro y yo.
Comencé a sudar frío debido a los nervios de que estos dos pudieran hacer una estupidez... Los conocía a ambos y tenía claro que eran aún menos compatibles que el agua y el aceite.
—¡Qué bueno que te nos unes, Dave, seis manos trabajan mejor que cuatro! —comentó Lyssandro con entusiasmo.
Estuve a punto de estampar mi mano contra mi cara. A David se le tensó el músculo de la mandíbula y sonrió con cinismo.
—Claro, aunque se veían tan... cómodos trabajando que no se me ocurre para qué podrían necesitarme. ¿En qué los ayudo? —Preguntó con los dientes apretados y los ojos llameantes de rabia.
—Pues, ahora que lo dices... —dijo Lyssandro pensante.
—Podrías ayudarnos a tomar notas —Decidí intervenir con voz ahogada.
Pero la mirada de David no se apartaba de Lyssandro... Aunque el músculo de su mandíbula se destensó considerablemente después de que hablase.
—¿Entonces? —preguntó al extranjero.
—Sí, sí, lo que dijo Claire; puedes ayudarnos a tomar notas —concordó.
—Bien —dijo mi novio sacando su libreta de apuntes.
Procedí a explicarle lo que habíamos estado haciendo y los últimos detalles que había observado con anterioridad.
Él asintió y comenzó a anotar todas las observaciones de importancia.
Llegó el momento de cambiar la muestra y acordamos que yo volvería a observar por el microscopio.
Me incliné sobre éste y esperé a que colocaran la nueva muestra.
—Tranquilo, amigo, yo lo haré —escuché decir a Lyssandro.
Luego pude percibir el ligero resoplar frustrado de David y el sonido que hacía para llenarse de aire cuando estaba realmente irritado.
La imagen se abrió pasó a través de los cristales y comencé a dar la descripción de lo que veía. Luego me alejé del aparato y di mis conclusiones.
—¡Joder, me había olvidado de lo inteligente que eras! —exclamó Lyssandro.
Me sonrojé ligeramente.
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Inaccesible ©
Roman pour AdolescentsEs una ley, mundialmente reconocida, que absolutamente nadie puede ignorar a un Cleveland. Entonces, ¿cómo es posible que ese tal David Slerman me ignore a mí, Claire Cleveland? Ni una mirada, ni un simple "hola", ni un pestañeo... ¡Nada! Simplement...