Capítulo extra: Inaccesible.
¿Había algo peor en el mundo que tener el período menstrual con un fuerte resfriado?
Oh sí, claro que lo había: que tu novio hubiese decidido terminar la relación y quedar como amigos la noche anterior.
¡Ah, y a eso sumado el hecho de no poder alcanzar el maldito libro que necesitaba para entrar a la clase de matemáticas!
Esto me pasa por decirle a Robert que se adelantara y nos veíamos en el salón.
Estúpido período, estúpido resfriado que había adquirido por lavarme el cabello a las dos de la mañana, estúpido David Slerman, estúpido estante, estúpida estatura, estúpido libro, estúpida clase de matemáticas, estúpido Robert, estúpidas ganas de seguir llorando descontroladamente como me la pasé anoche, estúpidas insomnio que no me dejó pegar el ojo en toda la noche. ¡Estúpido todo y todos!
Salté en un intento de alcanzar el libro, pero lo único que logré fue que un fuerte sangrado bajara entre mis piernas.
Estúpidos ovarios...
—¡Maldito libro, todo es tu culpa! —exclamé.
Genial, ahora hablaba con un estante lleno de libros.
A este paso, se irían los cuarenta y cinco minutos que me quedaban libres y nunca llegaría a clases.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó una voz a un lado.
Me giré en su dirección y conseguí a un chico de al menos un metro ochenta y cinco, cabello rubio cenizo rizado en las puntas y ojos de un color verde grisáceo, con los brazos cruzados sobre el pecho y el cuerpo apoyado en el estante del que intentaba bajar el maldito libro de cálculo.
Resoplé y me aparté la maraña de cabello que me caía en la cara.
—¿Es muy evidente? —respondí.
—Algo así como bastante, sí —respondió el chico—. Teniendo en cuenta que le estabas gritando al estante y llevas un buen rato repitiendo en voz baja la palabra "estúpido" —Sonrió de medio lado y se acercó a donde yo estaba.
Extendió el brazo y me bajó el libro que me había causado tanto malestar.
—Gracias —dije tomando el libro y sonrojándome un poco a sabiendas de que había presenciado el espectáculo que había armado.
Se encogió de hombros.
—No hay de qué —contestó y se me quedó mirando fijamente un rato. En circunstancias normales, eso me habría hecho sentir incómoda y me habría puesto nerviosa, pero en mi situación actual, me importó un bledo—. ¿Un mal día? —preguntó.
¿Teniendo en cuenta que mi novio después de dos de relación terminó conmigo porque la distancia era demasiada como para llevar a cabo una relación, pero quería quedar como amigos, me pasé el día tan mal que a las dos de la mañana me metí a bañar para despejarme un poco pero había adquirido un resfriado por el contrario, no había dormido nada y tenía el período menstrual? No, para nada. Ha sido un día excelente.
—¿Es muy evidente? —repetí por el contrario. Hubiese querido que el tono de mi voz no hubiese sonado tan malhumorado y ácido, pero fue algo que no pude controlar.
Se rió entre dientes y me miró divertido.
—¿Sólo un poco? —contestó, devolviéndome la pregunta.
Esbocé una media sonrisa sin ganas.
Me miró con seriedad y un poco de timidez.
—¿Quieres hablar de eso? —indagó.
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Inaccesible ©
أدب المراهقينEs una ley, mundialmente reconocida, que absolutamente nadie puede ignorar a un Cleveland. Entonces, ¿cómo es posible que ese tal David Slerman me ignore a mí, Claire Cleveland? Ni una mirada, ni un simple "hola", ni un pestañeo... ¡Nada! Simplement...