8. Momentos de impacto.

13.6K 1.2K 291
                                    

Capítulo ocho: Momentos de impacto.

—Entonces... ¿estás segura de que no tendrás problemas por llevar a alguien contigo a casa sin avisar? —preguntó David con lo que parecía ser un vago atisbo de nerviosismo.

Rodé los ojos.

—Ya te he dicho que no. Relájate —pedí por enésima vez.

David y yo acabábamos de salir de clases y, ya que se había ofrecido como voluntario para ayudarme con la venganza hacia mi hermano mayor, decidí aceptar su oferta y llevarlo a casa para que entre Isabel, él y yo pudiésemos ingeniar algo. Presentía que sería de mucha utilidad.

—¿Cómo lo sabes? ¿Es tu afán llevar a personas a tu casa después de clases sin avisar? —bromeó sonriendo ligeramente.

Reí.

—No, por lo general Calvin me lle... —Interrumpí mis propias palabras al momento en que frenaba en seco—. ¡Oh Dios mío! ¡CALVIN! —exclamé palideciendo a más no poder.

David se detuvo unos dos pasos por delante y me miró enarcando una ceja.

—¿Qué ocurre con Calvin? —preguntó sin emoción.

Oh sí, por si se lo preguntan, Calvin y David no lograron congeniar en lo más mínimo. De hecho hasta me atrevería a decir que ya está en la lista de los enemigos a muerte de mi mejor amigo, junto con Freddie Thompson.

—¡Pues que no le he avisado que no me iría con él hoy! —chillé espantada. Saqué mi celular y se iluminó la pantalla—. Oh maldición...

Treinta mensajes en WhatsApp.

Quince mensajes de texto.

Diez llamadas pérdidas.

Esto es lo que pasaba cuando tienes un examen en el último bloque y decides colocar el teléfono en modo "silencio".

Vacilante, oprimí la opción para devolver la llamada.

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga nosotros a tu reino, hágase tu voluntad  aquí en la tierra como en el cielo. Perdona nuestras...

—¡CLAIRE PAULINE CLEVELAND! ¡¿SE PUEDE SABER DÓNDE CARAJOS ESTÁS METIDA?! —Alejé el teléfono de mi oreja al recibir los incontrolables gritos de Calvin del otro lado de la línea—. ¡... Media hora! ¡MEDIA HORA! —Ay santo cielo—. ¡Más te vale tener una muy buena excusa! ¡TE HE BUSCADO POR TODO EL MALDITO INSTITUTO Y NI EL RASTRO!

—Calvin, tranquilízate, yo...

—¡INCLUSO ENTRÉ AL BAÑO DE MUJERES! —bramó enfurecido.

—Un minuto, ¿qué hiciste qué? —pregunté sin poder evitarlo.

—¡Eso ya no importa! ¡Estaba preocupado! ¡Y para completar ni siquiera la inútil de tu prima sabía algo de ti! ¡ESPERO QUE TENGAS UNA MUY BUENA EXCUSA POR MORTIFICARME!

Solté un suspiro.

—Calvin, la verdad es que tuve un examen al final de la jornada, puse el celular en silencio y luego me vine con David andando hasta mi casa —confesé.

—¡¿QUE TE FUISTE CON QUIÉN?! —gritó nuevamente.

—Con...

—¡Pásame a ese fenómeno andante! —exigió interrumpiéndome.

—¿Qué? —interrogué más preocupada por lo que mi amigo pudiese hacer que indignada por su atrevimiento a ordenarme algo.

—¡Haz lo que te digo, Claire! ¡NO ESTOY PARA JUEGUITOS!

Inaccesible ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora