CAP. 16: UNA GRATA COMPAÑÍA Y EL LAMENTO HACIA EL SOL

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*+* Saga*+*

Seguimos la ruta que nos indica el mapa al pie de la letra... o más bien, la ilustración. Ya tenemos media hora de que salimos y aún no hemos llegado al primer punto de reunión. Mu camina tranquilamente admirando el rocoso paisaje que nos rodea. Sus mejillas se colorean a causa del terrible Sol griego y la parte superior de su blancuzco pecho se encuentra descubierto. Trago saliva. Jamás había visto a Mu así. Es... hermoso. Incluso podría superar a cualquier estatua de las que se presentan como tesoros de la humanidad...

¿Podré soportar tres días a su lado sin poder besarlo? Por lo menos lo intentaré, aunque... tal vez no pueda cumplirlo fielmente. Aprovecharé entonces para con... conocerlo mejor. Sí, eso dije, pues no creo tener posibilidades contra Shaka, ¿O sí?

¿En qué estará pensando? ¿Acaso en su familia? ¿O en...? A ese paso, me convertiré en un enfermo mental si no controlo mi estado profundo de ansiedad con sólo observarlo detenidamente...

―Saga... ¿En qué...? ¡Auch...! ―Se desplomó boca abajo y, al notarse avergonzado, se levanta rápido, pero su rostro expresa dolor. Me sonríe, mas no logra tranquilizarme debido a su posición en la tierra. ―Lo siento... son estas sandalias a las que no puedo acostumbrarme todavía...

-― ¿Te encuentras bien, Mu? ―le pregunto al ver que no se levanta. Justo como pensé, se ha lastimado. Dejo mi vara a un lado y me acuclillo para revisarlo. Sufrió una torcedura, su pie no tendrá que moverse por ahora. Giro mi vista a su rostro y noto que se compunge del dolor al tocarlo. Sus ojos se posan en los míos y esbozo una lastimosa sonrisa:

― ¿No es muy grave, Saga?

―No, pero no podrás mover el tobillo por un rato. ―respondo serio.

―Ahora entiendo lo de supervivencia. ―bromea. Me doy la vuelta y empujo su cuerpo contra mi espalda.

―Sube, no voy a dejarte aquí. Hay un concurso que ganar...

No pone peros y me levanto cargándolo. Me acomodo la mochila a un lado del hombro mientras caminamos por las calizas estructuras antiguas. Pensé que las piernas flaquearían. A pesar de su musculatura, es liviano. El Sol abrasador nos hace derramar innumerables gotas de sudor. En silencio, busco sombra cobijadora, pero no encuentro alguna en la que descansar. De pronto, Mu inicia una conversación de la que me pongo nervioso:

― ¿Quieres que descansemos un poco, Saga? Debo estar pesado y además estás cargando todo... ―se preocupa por mí, ¿Le importaré?

―Descuida, descansaremos en cuanto lleguemos al punto uno, ¿Sí? ―río un poco y guardo silencio, pero mi ángel quiere seguir conversando:

―Parece que he causado problemas... ―ríe para continuar. ―Apuesto que si Midori me viera, se burlaría de mí. ―eso me inquieta, ¿Ella es tan arrogante? Será mejor que confirme toda sospecha y acabe con los celos que me carcomen de una vez:

― ¿Por qué se burlaría? Tuviste un accidente...

―Lo sé, pero por el simple hecho de no tener cuidado.

― ¿Y cómo la conociste? ―Mu permanece callado antes de contestarme:

―La historia es un poco larga, realmente...

―Tenemos tres días de prueba. Tienes todo el tiempo.

―Bien... A pesar de que Dohko y su familia habían trabajado juntas en proyectos de historia, no nos conocíamos todavía... Una mañana iba caminando por la calle rumbo a la Universidad cuando me topé con un cuaderno. Lo levanté y pude comprobar que era del Colegio Guernica para señoritas, pero no venía el nombre. Como esa tarde...

La universidad en AtenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora