CAP. 19: PREOCUPACIÓN POR EL PEQUEÑO ARIANO Y LA ESPERA DE SUS COMPAÑEROS

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*+* Dohko*+*

12:25. Parece que llegué temprano. La profesora de Kiki me citó para hablar sobre su desempeño en la escuela... o eso creo. Espero afuera del colegio refugiándome del inminente Sol en la camioneta. Fue mala idea traerme el pantalón negro de vestir y camisa café. Hace mucho calor. Espero que los Santos de Oro no la estén pasando tan mal. No deseo que se enfermen o sufran alguna descompensación por deshidratación. No sería bueno para la universidad ni para ellos... ni para Shion...

Suspiro profundo, ¿Por qué, Shion? ¿Por qué no me dejó ayudarlo? ¿Acaso la sociedad es más hipócrita que en Oriente? No lo sé, pero de algo estoy seguro: no he pasado un solo día de nuestra separación sin pensar en él... y realmente, Shiryu me ha apoyado mucho en esto. No me gusta que mi hijo se preocupe por mí y menos en algo que se puede solucionar. Los muchachos también se extrañaron del cambio que se obtuvo, pero no comentaron nada al respecto...

Suena la campana y se abren las puertas del Colegio Griego. Me acerco a la entrada antes de que salgan los niños. Una maestra verifica el acceso y me dirijo amablemente hacia ella:

―Buenas tardes, señorita. Disculpe, la profesora Toula me ha citado para hablar de mi hijo... ―es extraño, pero Kiki sigue preguntando por mí. Me lo ha dicho Shiryu para alegrarme.

La maestra asiente y me deja pasar. La escuela es enorme, casi parece que va a tragarme, pero no me inmuto. Las tumbas de los soldados de Terracota son más grandes, je, je... Paso al salón de Kiki y lo veo. En cuanto gira su azul vista, sonríe animado. Le agrada que esté aquí. A lo lejos, la profesora me hace una seña y me acerco para saludarla apropiadamente:

―Buenas tardes, profesora.

― ¿Qué tal, profesor? Espere un minuto. Enseguida lo atiendo.

Los chicos me voltean a ver y mi sonrojo se hace presente. A Kiki no se ha borrado la sonrisa de oreja a oreja y le cuesta trabajo poner atención a las indicaciones de su joven instructora. Al despedirlos, la maestra se dirige a mí y vemos que Kiki se acerca para saludarme:

― ¡Dohko! ¿Viniste para recogerme? ―me pregunta con un brillo hermoso en los ojos. Cierto, ahora Shion se ocupa de ello. Mi mirada se torna triste por un momento y se me cierra la garganta. No único que puedo hacer es negar con la cabeza. La maestra parece responder por mí:

―Bueno, tu padre ha venido porque tengo que hablar con él, no te preocupes, cariño. ―lo toma de su cabecita y lo despeina sonriéndole. ― ¿Por qué no esperas afuera?

―Está bien, profesora.

Saca su mochila y se sienta en una pequeña jardinera. Mientras observo su comportamiento, la profesora se dirige a su escritorio y oigo que abre un libro. Por curiosidad, volteo y se sonroja levemente. Mis pies van a dónde ella se encuentra sentada y empieza a explicar:

―Bueno, Kiki en general va muy bien en la escuela, si esa es su duda al respecto del rendimiento. ―saca un cuadernillo en lo que me aclara el por qué. ―Llamamos a los padres de familia para hacerles un pequeño cuestionario psicológico, ¿Está de acuerdo en responderlo?

―Por supuesto.

―Bien. ―comienza a leer. ― ¿Cuántos son los miembros de su familia y sus nombres por orden de edades?

―Bien: Somos cinco empezando por Shion Wang, 45 años; yo, Dohko Mei, 45 años; Mu Wang, 20 años; Shiryu Mei, 14 años y, por último, Kiki Wang, 7 años...

La profesora Toula se detiene y ambos volteamos a ver a la figura jadeante que va entrando al aula... mis ojos se agrandan al notar que Shion acaba de llegar... el sonrojo me inunda los pómulos en cuanto siento su calor junto al mío... quisiera abrazarlo, decirle tantas cosas, pero me detengo al ver que sólo me sonríe... Sólo a mí...

La universidad en AtenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora