CAP. 21: ALGUNOS DETALLES DORADOS Y ¿FIESTA PARA CELEBRAR?

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*+* Shura*+*

Estamos sentados frente a la habitación de Mu esperando que el especialista termine de revisarlo. Aioria se ve terrible, Milo extrañamente está callado y Aioros parece muy serio. Shaka ni siquiera está en las Doce Casas y Saga fue a arreglar algunos asuntos en la clínica. En cuanto supimos la noticia, corrimos a ver qué sucedía y Dohko nos explicó que Mu había sufrido una emboscada cegándole temporalmente los ojos. Ahora que lo pienso, hay personas en el concurso que quieren el primer lugar, Oímos cuchicheos dentro y Milo, repentinamente, le da una palmada a Aioria para que se tranquilice:

—No te sientas mal, gato. Ya verás que todo va a estar bien...

—No es eso, Milo... Es que... —suspira profundo. —esto se hubiera evitado si yo no le hubiera faltado al respeto a Mu...

—Aioria, ya te dije que todavía estás a tiempo. —lo reconforta Aioros con su dulce mirada.

—Además, el hubiera no existe... —le digo. —Lo hiciste y punto. Ya no hay marcha atrás.

—Lo sé. —contestó desganado. —Es que Shaka...

—Shaka no tiene nada que ver en esto, Aioria. —responde Aioros ya tenso. Todos sabemos que Aioria babea por él y el hindú no le hace caso... es algo triste, pero no para cortarse las venas con una galleta. Se empieza a abrir la puerta y todos nos levantamos de las escaleras para preguntar:

— ¿Cómo está Mu, doctor?

—Está bien. Sólo le vendé los ojos para acelerar el efecto del medicamento que le administré. —cierra la puerta y se quita lentamente los lentes. —También observé su tobillo: debe reposar dos días sin moverlo. Por fortuna, recibió una atención médica y oportuna del doctor Yannakos; estuvo a punto de sufrir un esguince...

— ¿Podemos pasar a verlo? —pregunta Aioros ya tranquilo. El doctor asiente sonriendo:

—Por supuesto. Ha estado preguntando por el resultado de la primera prueba y creo que será mejor que ustedes le den la noticia... —comienza a bajar las escaleras. —Por lo pronto me retiro, jóvenes.

—Muchas gracias, doctor. —lo despido. Abrimos la puerta y todos entramos a su habitación. El pobre yace en la cama apoyando su espalda a la cabecera con sus respectivos cojines. Como el doctor nos había dicho, sus ojos están vendados y el pie apoyado en una almohada con una pequeña prótesis. Aioros se sienta en la cama mientras le pregunta:

— ¿Cómo te sientes, Mu? Soy Aioros...

—Reconozco tu voz, pero estoy bien. Gracias por preguntar...

—Me alegro. —le digo contento.

—Oigan, —se oye preocupado. — ¿Qué pasó con la primera prueba? ¿Ganamos? ¿Perdimos? ¿Qué ocurrió?

—Pues... —se hace el silencio. La cara de Mu denota desconcierto. Sonrío y... — ¡Ganamos, Mu!

— ¡Fue genial! —dice Milo emocionado, volviendo a su estado habitual. —Por 23 milésimas de segundo vencimos a los espectros de Hades...

—Me alegra escucharlo, chicos. Me hubiera sentido igual de orgulloso si no ganásemos...

—Mu, —Aioria se acerca y se sienta al lado de su hermano. Está apenado. —quiero pedirte una disculpa por todas las cosas feas que te dije. Si no hubiera sido por eso, no te hubieses lastimado. Lo siento de verdad...

—No te preocupes, Aioria. No te culpes por algo que no provocaste. —menciona Mu con una sonrisa. Él nunca guarda rencor a quien lo haya lastimado. En cierta forma se parece a Aioros. El gato baja la cabeza:

La universidad en AtenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora