CAP. 7: LA OPINIÓN DEL TORO Y LA SONRISA DEL ARQUERO

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*+*Aldebarán*+*

—97... 98... 99... 100...

—Bien hecho, señor...

—En realidad, me sentí muy flojo...

—Es porque tiene mucha fuerza, señor...

—Gracias...

Tomé la toalla que Nicolaus me ofrecía... ¡Wow! 100 abdominales en 10 minutos, ¡Estuvo bien! Normalmente hago 200, pero estuvo bien. Ojalá pudiera participar en las competencias deportivas universitarias este año...

— ¿Sabes? Este año tengo que ganar alguna medalla en las competencias... ¿Qué dices si vamos entrenando mi velocidad?

—Lo que usted diga, pero tiene que ir al campus, señor...

—Tienes razón. Mañana continuaremos con el entrenamiento...

Caminé a la puerta dejando atrás a Nicolaus que recogía las pesas y ligas. Me sonreí. Había ganado la mayoría de las medallas del campus y aun así quería seguir compitiendo. ¿Era acaso que quería ser más fuerte? Como sea, no solo siendo fuerte me mantendré en Las Doce Casas, sino también con ayuda de mi inteligencia. Es por esto que también gané una beca del 100% para estudiar aquí en Grecia.

Por fin llegué a mi habitación y me dirigí al baño. El jabón y el agua se encargaban de limpiar el sudor producido por la sesión de hoy. Cuando cerré la llave del grifo, tomé la blanca toalla para después secarme con ella. Tuve que vestirme con la camisa blanca que mi madre me regaló y con traje sastre, pues no encontraba el pantalón café. Oí mi estómago gruñir ¡Cielos, qué hambre tenía! Seguramente el ejercicio me abrió el apetito.

Cuando estuve listo, salí de mi habitación con mi mochila al comedor, pero me topé con Mu en el pasillo. Era extraño. Hace una semana, estaba platicando con Shaka, pero hoy, el hindú pareció estar enojado tras entrar Saga en su plática. Solo esperaba que no hubiera problemas. Decidí rápidamente saludarlo, pues me caía bien:

—Hola, Mu, ¿Qué haces tan temprano por los pasillos?

— ¡Ah! Hola, Aldebarán... nada, en realidad iba directo al comedor a desayunar, ¿Y tú?

—Lo mismo... –sonreí apenado –lo que pasa es que me levanté a entrenar para las competencias universitarias...

— ¿En serio? Pues eso está bien... hacer ejercicio siempre es saludable...

Me fijé en su mano y vi una especie de carpeta. No contuve mi curiosidad y pregunté nuevamente:

— ¿Qué es lo que llevas ahí, Mu?

—Es mi Laptop. Me la obsequió mi pa... perdón, Shion cuando supo que me había quedado aquí...

—Me dio curiosidad... es que... en Brasil, sobre todo en nuestra ciudad, casi nadie tiene una laptop, aunque el país tenga ingenieros de las más alta calidad en el mundo... –bajé la cabeza y sentí que mis mejillas se encendían de vergüenza. ¿Me criticará por eso como lo hace Aphrodite?

—Te comprendo. Japón es un país en el que debes estar a la última tecnología, no tienes por qué sentirte mal, ¿Sí? –sentí su mano sobre mi hombro y levanté la vista. Sus ojos me daban mucha confianza y le sonreí. Definitivamente, Aphrodite se pasaba conmigo de malos tratos:

—Gracias, Mu... ¿Sabes? Aún con mi cuerpo tan grande, sigo siendo muy sensible como cuando era niño...

—Sí. Tienes una mirada muy inocente, pero... bueno, ¿Qué dices? ¿Vamos a desayunar? –me propuso mientras sonreía como solo él hacía. Feliz por haber tenido esta plática, le correspondí:

La universidad en AtenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora