capitulo 4

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La niñera

La mañana estaba tranquila. El sol iluminaba con fuerza el verde del campo. Pero Harry apenas podía ver la campiña inglesa. Estaba meditando qué hacer con esa pequeña bebé, que se entretenía mirando la gran lámpara que oscilaba furiosa con cada movimiento del autobús. Aunque le doliera era lo mejor. El no podía tenerla. Era un soltero que no quería responsabilidades, y aunque no la daba en adopción, ni la dejaba en un orfanato, se había convencido que lo mejor era... De pronto el autobús giró violentamente, y sin que nadie le avisara freno de golpe. Harry fue a parar al piso, y la bebe rió. Al parecer el brusco movimiento le resultaba divertido. El guarda, aquel muchacho de granos en la cara, Stan Shunkpike, lo miró burlonamente. Lo ayudó a levantarse y le informó que habían llegado a destino. El tomó las pocas cosas de Carrie y bajó. El día estaba esplendido, así que apresuró los pocos pasos que lo separaban de aquella a la que consideraba su casa: La madriguera. Golpeó rabiosamente y desde adentro, la voz chillona de la señora Weasley lo hizo sonreír.

- Quién es?

- Soy yo Señora Weasley, Harry Potter! - El grito de júbilo se escuchó y a los pocos segundos, se abrió la puerta. La señora Weasley con las manos mojadas, secándose rápidamente en su delantal floreado, le sonreía como siempre cuando llegaba. El sonrió y le dio un beso en la mejilla. Ella después de abrazarlo, se fijo en el carrito que traía de la mano.

- Y eso? - dijo agachándose y haciéndole mimos a Carrie - No me digas que...

- No, no es mía - se atajó - es de mi primo Dudley, él murió - la mujer lo miró con pena - y me nombró su guardián legal. - La mujer abrió los ojos sorprendida, lo invitó a pasar y este lo hizo rápidamente. Se acomodó en la desgastada mesa de la cocina, esperando el trato que ella le daba cada vez que llegaba de Privet Drive. Y el trato no se hizo esperar. Al cabo de unos minutos Molly Weasley, traía una taza de chocolate y las más variadas y exquisitas tartas, que a Harry le encantaban. Comió rápidamente, mientras la señora Weasley alzaba a Carrie y le hacía mimos...

- Ay Harry, que bebé mas bonita! - suspiró y sus ojos se llenaron de lágrimas - me recuerda a Ginny - mas suspiros - Ella era igual de bonita - Harry sonrió - Si, sé que ahora también es bonita... pero es que está tan...

- Qué sucede, Molly?

- Es que está tan desaliñada!... no quiere salir de aquí! - bufo - tiene veinticuatro años Harry! Ninguno de mis hijos se quedó a vivir con nosotros después de los 18 años y ella...

- Señora Weasley, la falta de trabajo puede ser algo deprimente. Más cuando Ginny estudió tanto para nada - ella asintió triste -

- Y qué me dices de ti, cariño? - le pasó la mano por su revoltoso cabello negro - cómo te sienta la paternidad?

- De terror! - dijo apesadumbrado - no estoy hecho para esto...- Se sobresaltó al escuchar a alguien bajando por las escaleras. Al parecer Ginny había decidido bajar.

- Mamá! - dijo en bata, y totalmente despeinada - no viste mi vestido azul...? - y quedó paralizada. Tuvo una sensación de que esa escena la había vivido antes. Ella parada al pie de las escaleras, haciendo la misma estupida pregunta, y él, sentado en la mesa, comiendo... y con aquella enorme sonrisa que mostraba su perfecta dentadura, la saludaba. -

- Qué tal? - ella retrocedió unos pasos. Si, lo recordó. Eso había pasado cuando Harry llegó por primera vez a la madriguera. Y ella, lo suficientemente tímida y enamorada de aquel niño de ojos inquietantes, huía despavorida como cada vez que lo veía. Pero ahora era distinto. Ya no era esa niña tonta. Era una mujer mayor de edad. Y quedaría ridículo salir corriendo al verlo. Respiró profundamente y se acercó.

Quien Llamo A La CigueñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora