capitulo 7

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Navidad

Ya habían pasado dos meses desde la inoportuna llegada de Carrie Dursley a su vida, y con ella los problemas que acarreaba tener una bebé en la casa. La razón más tormentosa: Ginny Weasley. Harry no podía entender como era que aquella mujer lo exasperaba hasta las lágrimas. Si no fuera por las escapadas nocturnas, las cuales se convertían en un dulce aliciente, la hubiera matado a la primera semana de tenerla. Era como vivir con una mujer mezcla de Molly Weasley y Hermione. La razón, era buena cocinera y se las arreglaba como ninguna a la hora de manejar la casa. Pero no podía dejar de reconocer que era una mandona innata, y eso era lo que la hacía igual a Hermione. "Lávate las manos, saluda, vete a dormir...." Ni si quiera su tía Petunia era tan inquisidora como esa pequeña y delgada muchacha, que lo atormentaba cada vez que se levantaba o llegaba de la calle.

Otro de los inconvenientes que tenía convivir con Ginny era que a lo largo de los sesenta días que ella estaba ahí, Harry hubiera estado seguro que vivía con Madonna. Ginny era fanática de la cantante, tanto, que con su primer sueldo fue a la primera tienda muggle que encontró para comprarse todos sus Cds. Todo el santo día la radio estaba encendida y la música no era nada, comparado a escucharla cantar y ensayar pequeñas coreografías de baile. Y no era porque lo hiciera mal. Ginny tenía una dulce voz, no como la dura y mandona a la hora de decir lo que tenia que hacer, y bailaba de maravilla. El mayor escollo era que lo hacia desde muy temprano a la mañana y Harry, cuando lo despertaban bruscamente, no tenia nada que envidiarle al león de la Metro. Ginny se divertía al verlo tan colérico, y sabia que el enojo se le pasaba cuando tenia en frente una gran porción de su pastel favorito.

Un día cercano a la navidad, Harry llego a su casa más temprano de lo usual. No había quedado en juntarse con ninguna mujer, por lo que decidió darse un tranquilo baño de inmersión, quizás bebiendo alguna cerveza de mantequilla y olvidarse del trabajo. Estaba a punto de abrir la puerta cuando desde adentro de la casa se escucho una fuerte explosión. Creyendo ser el blanco de los ataques de algún mortífago trasnochado, dio un puntapié a la puerta y varita en mano, entro a la casa. Al parecer dentro no había sido la pelea. Se tranquilizo un poco, no había nadie en la sala y el humo parecía llegar del jardín. Rápidamente descorrió la puerta que daba a este y lo que vio lo dejo pasmado. En medio de su ordenado y envidiado patio había un enorme cráter del que emanaba un humo azul verdoso y un olor a pólvora empezaba a copar la casa. Al escuchar ruidos a su lado vio a Carrie que lo miraba sin entender. De pronto cuando el humo se disipo, desde el centro del cráter emergieron tres figuras. A una la reconocía. Larga cabellera rojiza, delgada y pequeña. Esta reía a mas no poder. Las otras dos, hombres altos y algo corpulentos, también reían tomándose el estomago. Cuando se acercaron, Harry recién los reconoció.

- Fred, George? - dijo atónito. Estos lo vieron y sonriendo, con la cara llena de tizne, se abalanzaron sobre el muchacho y lo abrazaron

- Harry! - dijo Fred - como anda nuestro primer inversionista?

- Pues estoy tratando de saber que diablos están haciendo a mi casa.

- Yo puedo explicarte - dijo Ginny que tomando su varita hizo el hechizo fregotego y su ropa y cara estaba limpia - veras...

- No quiero tus explicaciones - dijo secamente. Los gemelos lo miraron raro - Después arreglare esto contigo - Ginny bajo la cabeza y tomando a Carrie se fue a la cocina.

- Ginny haznos algo de comer - le grito George. Esta no dando muestras de que lo había escuchado, cerró la puerta con un golpe tan fuerte que los demás pensaron que la había roto. Harry se volteo hacia sus amigos y les sonrió.

- Y bien?

- No debiste hacer eso Harry.

- Que?

Quien Llamo A La CigueñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora