Caídos

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-El equipo verde esperará la orden aquí, el azul y rojo igual, lila y naranja atacaran por izquierda y derecha, negro por atrás y blanco por adelante-indica Morgan a los líderes de los equipos. La división en color se baso para tener una mejor distribución y orden. Él tardo varios minutos junto a Kantos para terminar la estrategia. Para los demás, les pareció que la duración fue sólo por unos quinces minutos, para los dos que se odian fueron cómo quince años.

-Gris estará en el cielo y los llevaremos a la costa donde el equipo amarillo está con los submarinos, allí atacaremos con todo lo que tengamos-coordinó la mujer. Miró al científico- ¿Estas seguro de que funcionará?

 Todos fijaron sus ojos en él, Kirby tragó saliva y se acercó a la mesa observando las estrategias marcadas en el mapa.

-En una escala del 1 al 100, el 40% logrará sobrevivir si ganamos, pero las posibilidades de ganar son pocas. Son rápidos, listos, saben donde atacar y en donde están los puntos débiles de todos, pueden tener más de ellos escondidos sin que sepamos-respondió. En ese segundo, la fe se vio muerta, más que antes-. En conclusión, habrá que rezarle a Dios para que envíe ángeles a cuidarnos.

-Creo poder ayudar con eso-comentó una voz masculina.

 Todos se dieron vuelta para observar la entrada de la carpa, hay dos jóvenes. Una mujer cuyo rostro no se puede observar debido a que lleva una túnica que tiene una capucha puesta en su cabeza, cubriéndola totalmente. Y él, un joven entre el castaño y rubio, de ojos verdes grandes y seguros cómo lo está con si mismo, alto vestido de un traje negro para combatir y botas de soldados del mismo color, tiene un arma atada en la pierna derecha y otras dos en la cintura, atadas por un cinturón. Varios cuchillos de distintos tamaños y hojas en el cinturón junto con balas. 

 Kantos lo observó de arriba a abajo, le costo unos segundos reconocerlo, pero supo inmediatamente de quién se trata. Ella se tensó completamente haciendo sonar sus dientes para luego crear una sonrisa sarcástica. El maldito está enfrente de ella, lo mataría pero no puede, lo necesita con vida para que su plan se lleve a cabo. Tanto él como la mujer, saben que está enojada.

 Matt, en parte se alegro de verlo ya que podría ayudarlos, pero en otra parte quiere romperle aquellos dientes blancos bien formados. Morgan no demostró interés alguno, sólo asintió hacia al muchacho antes de decir su nombre:-Sam.

-Jones-contestó de la misma forma.

 Samuel en teoría debería estar con su grupo atacando el Pentágono, pero quería estar allí, atacando a esas cosas para ayudar a Aidana y sus amigos. Edward, al notar aquello en la mirada perdida y preocupante del joven que tenía hace un par de días, justo cuando ella se fue con el encargado anterior de la antigua chica fuego hacia el campamento donde planean el contraataque.

-Volviendo al tema de antes, les presentó a Joa-la mujer levantó sus brazos y tiró hacia atrás su capa negra dejando mostrar su traje completamente negro con puntos que lo hacen parecer el cielo mismo, el traje llega hasta abajo de sus rodillas y no cubre sus brazos-. Un ángel.

 Todos se quedaron petrificados cuando la mujer, Joa, hizo un movimiento de hombros hacia adelante y cómo de la espalda salen alas metálicas.

-Y no venimos solos-agregó él abriendo la carpa de dos en dos para que los que están adentro observen hacia afuera, donde un grupo con trajes de batalla esperan.

 Suda, demasiado, su nerviosismo está al límite al igual que su miedo. La trauma que la marco permanentemente ha vuelto de una manera peor. A penas tiene fuerzas para moverse, giró su cabeza hacia un lado y pudo ver a los otros tres con los ojos cerrados pero todavía respirando, atados cómo ella, con metales especiales de a cuerdo con sus dones. Volteó la cabeza hacia el otro lado, puede ver a los doctores poner un líquido en las jeringas, las voces dentro de ella se callaron hace tiempo al igual que las de los otros. Corrió su cabeza adelante y allí la encontró, sonriendo amplia mente con los brazos cruzados detrás de su espalda.

-Debo admitirlo, jamás creí que ustedes cayeran, y menos tú, Aidana-comentó la mujer sin dejar de sonreír-. Creí que te darías cuenta desde antes pero al parecer no ha pasado, es una pena para ti y tus amigos. Aunque una alegría para mí, tenerlos aquí cómo lo que son en realidad, oh pero no debes preocuparte. No te haré daño, al menos no mañana y los días que le siguen, sólo por hoy. Comiencen.

 Indicó y retrocedió unos pasos antes de que pincharan el cuello de la joven con un suero sumamente doloroso y ardiente, el líquido se introdujo por todas sus venas, quemando todo a su paso, haciendo gritar de dolor a la muchacha.

 Despertó y pestañeo un par de veces para luego cambiar de la posición acostada a la sentada sobre la tierra acumulada de la catacumba destruida.  Miró hacia su alrededor, el mentor de Allison sigue dormido, decidió no despertarlo y quedarse ahí, apoyada contra la pared. Otro sueño, solo era eso. Se repetía una y otra vez desde que abrió sus ojos rojos.

 Miró por el rabillo del ojo cómo la puerta movediza sigue en su lugar, hay completo silencio, todavía están en el trance. Soltó una pequeña carcajada al recordar cuando ella estuvo en ese estado. Claramente, Luke estuvo así pero no lo suficiente para saber. Él, Midori y Braulio deben de hablar con los antiguos portadores, así como ella lo hizo. Se encontró con Allison, su antecesor Guill, posteriormente Hugh, y antiguamente Elizabetha. Uno por uno se fueron presentando hasta llegar a la primera, Kía. Todos los muertos le explicaron cómo funciona el poder del fuego, la profecía que debe cumplir, cuánto puede perder, cuánto sufrirá y cuántas veces tendrá que pelear para defenderse y para defender a los que ya no pueden. Y para que la profecía se cumpla, debe de hallar a la persona que queda con su sangre, su hermana. Ni siquiera Aidana creyó tener una, hasta que se la mostraron sólo que no dijeron su nombre. Recuerda su cara, así como recuerda el plan.

 Sacudió su cabeza para sacar aquellos pensamientos, las voces dentro de ella se calmaron en cuánto entró nuevamente pero sabe que volverán a hablar cuando salga. Lo mismo les pasará a los otros, sólo que ellos ya lo saben.

 Se levantó rápidamente al oír unos pasos acercarse. Sacó su pistola de la funda y la preparó para disparar. No usaría sus poderes si fuesen necesarios, sólo los usará en cuánto lleguen al campo de batalla. Avanzó por la oscuridad en silencio, los pasos siguen escuchándose por los lejos. Se escondió detrás de una columna y espero a que crucé por allí lo que sea. Es una persona, pero no sabe de que género ya que tiene una túnica que no le permite saber del todo. Salió de su escondite y se colocó detrás de él o ella, poniendo el arma en la nuca de la persona provocando que se detenga.

-¿Quién eres?-preguntó en susurro poniendo los dedos en el gatillo.

-¿Aidana?-interrogó, la voz en masculina y conocida para ella. Él se dio vuelta  quitándose la capucha.

-Ivan-mencionó alegre para abrazarlo, lo cuál él le regresó-. Creí que habías muerto.

-No creas que te desharás de mí tan fácil-respondió soltándose. Observó sobre detrás de la muchacha y sonrío-. Ya salgan, está todo bien.

 Aidana frunció el ceño y se dio vuelta. Los seres que descubrió hace algunas horas a Midori, Braulio y Luke están frente a ella preparados para luchar. 

-Mi amiga, te presentó a los ángeles caídos que vinieron a ayudar.

 Una de ellos, una joven con alas que parecen tener plumas blancas con las puntas de metal afiladas, con cabello entre el rubio y pelirrojo se adelanto. Son humanos, sólo que tienen alas y de seguro poderes que los diferencian.

-Aidana, mi nombre es Ila y vengó aquí para prestar mis servicios y los de mí compañía con la única condición de que los Eith's sobrevivientes sean regresados a donde pertenecen bajo nuestra supervisión. 

 Ivan se acerco al oído de Aidana-Los Eith's son esas cosas asquerosas y babosas, las que atacan.

-Aidana-el nombre de la joven se oyó por tercera vez, ella e Ivan se dieron vuelta para observar a los tres que la nombraron. Luke, Midori y Braulio están allí, observándola con una diferencia, sus ojos están completamente de un color. Los del dotado del agua están azules, los de la asiática marrones y los del moreno grises-. Es hora-dijeron los tres a la vez. Aidana asintió levemente. Contuvo el respiro y cerro los ojos para luego voltearse hacia los demás.

 La joven abrió sus ojos, los cuales ya están de rojo completamente-Es hora.



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