Bajo la Manga

197 17 0
                                    

 El sol comenzó a salir, el nuevo amanecer empezó a notarse por el este, las sombras nacientes de las montañas haciéndose más grandes que ocultan a las criaturas. Las aves yendo hacia la costa aún oscura, las nubes con claridad a los rayos de la gran estrella y el cielo aclareciéndose. Eso sería un paisaje hermoso, el cómo nace un amanecer, sin embargo, no lo es.

 Los disparos hacia esas cosas, líneas formadas a su alrededor, el lugar que sobra por alguien que cae se vuelve a cubrir con otra persona o cerrando más la fila. Los tanques atrás lanzando misiles, los aviones aguardando en los barcos ocultos en el Océano Atlántico esperando la señal para ir y atacar al igual que los seres alados que esperan a que lleguen a la costa cómo se planeó.

 Cada sector tiene cómo mínimo cien ángeles ayudándolos mientras que el resto, los mejores guerreros, aguardan en la costa. Todos están asustados, hasta la persona más valiente lo está aunque no lo demuestra, todo para que los demás se sientan seguros, de que volverán a casa, con sus amigos, con sus familias, con sus mascotas, volver a ver sus lugares favoritos.

 Pero hay algunos que no lo lograrán, los caídos, los que ya murieron. Sin saber si regresarán o no, hicieron una carta para sus familias o amigos de despedida, así no se quejan de que no se despidieron.

 Observo más allá de los pequeños destellos de las armas y las explosiones de los tanques. Cada equipo cuenta con dos y uno de respaldo, doscientos hombres, cien de los llamados ángeles, miles de armas y municiones. Pudo notar las primeras pequeñas olas. Ya llegaron. Matt hizo un asentamiento con la cabeza hacia el taque de respaldo, aquella arma móvil movió el cañón para arriba y disparo una bengala blanca, el aviso para los extraterrestres ayudantes.

 Y ya las criaturas acorraladas en las costas, aquellos ángeles descendieron en picada hacia ellos provocando una pequeña abertura en el impacto, las plumas con puntas de metal se alzaron, hicieron un pequeño salto mientras giraban lanzando las puntas. Los monstruos cayeron poco a poco y nuevamente descendieron al suelo, sólo que está vez con más delicadeza. Sacaron de su espalda dos espadas de larga hoja, comenzaron a lucha contra ellos. Matt pudo ver que para cubrirse usan un escudo que aparece por una pulsera de metal. Sacudió su cabeza y siguió disparando sin romper filas. Algunos de los ángeles atacan ahí abajo con espadas de sable de fuego, metal y envenenadas por algún veneno no perteneciente a la tierra y mortal; otros atacan a los que despliegan hacia arriba o bajan para luego llevarse a algunas de las criaturas matándolos desde los aires.

 Al parecer lo tienen todo cubierto, empezaron a mandar a algunos soldados hacia atrás de los tanques para esperar el ataque aéreo. Pero siempre hay una carta bajo la manga. Cuando el sol empezó a hacerse más notable, una sombra lo cubrió, varios observando hacia arriba, una nave comenzó a hacerse visible desde el cielo, arriba de los ángeles. El avión interestelar de color metal oscuro y lo que parece ser las ventanas de un color negro. De ella salieron pequeñas naves a atacar, no a ayudar, sino a atacar.

 Nuevamente los soldados pensaron que estaban acabados, los cuerpos de los hermanos caídos en el campo de batalla siendo pisoteados por los demás hermano aún en pie o esos seres repugnantes. Una hermana cayó al suelo debido a un cadáver, un alien intenta hacerle daño avanza hacia ella levantando su cola larga color carbón y pesada moviéndola cómo hacen los gatos cuando juegan con su comida, fue abriendo la boca poco a poco, mostrando los dientes filosos y sucios por la sangre de sus víctimas.

-¡Seth! ¡Cúbreme!-grito y corrió hacia ella disparando con su arma a la cabeza de la cosa.

 No cayó con una, ni dos, ni tres balas. No sabe cuántas fueron, pero de seguro que más de diez para derribarlo sin vida. Le ofreció un brazo a la muchacha para ayudarle a levantarse, ella lo acepto con desconfianza, pues ella es de las tropas de Kantos y él de Jones. La joven asintió en forma de agradecimiento y volvió a su lugar. Matt la observo por un tiempo tratando de reconocer aquella cara, sus facciones, le parece conocida pero no sabe de dónde. Abrió los ojos en plato al oír el grito ahogado de una de esas cosas. Rápidamente se dio vuelta para observar como un invasor que tenía la cola elevada para atravesar su pecho cayó al suelo. Detrás de la cosa ya sin vida estaba su viejo amigo, su enemigo aliado, Ryan Smith, quién le salvó la vida.

ElementaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora