|| Cartas a Moxley || [EDITANDO]

★Capitulo 25★

Narra Dean:

Se la llevaron. De nuevo.

Karla se había desmayado. Marcus trataba de socorrerla.

Yo solo sali huyendo de ahí.

Subí a mi coche y acelere, sin ningún rumbo.

Roman me mando una foto del paquete. Fotos y más fotos, solo eso podían mandar.

Por lo menos aun no le hacían daño —O eso creía.

Minutos después estaba llegando a mi departamento.

Como era de esperarse, un paquete me esperaba en la puerta.

Entre con el paquete en las manos, lo destroce. Los imbéciles lo habían envuelto como si fuera un regalo.

La rabia que sentía era cada vez peor, en cada foto Ekaterina estaba seria, se veía serena, calmada. En sus ojos no había miedo.

No sé, si sentirme aliviado o preocuparme más de lo que ya estaba.

“Y otra vez la tenemos. Date cuenta, ella siempre fue mía” —Drake.

Comencé a destrozar todo lo que había en mi departamento, minutos después todo estaba destrozado.

Mis puños chocaban una y otra vez contra las paredes de mi habitación, estaba desahogando toda mi ira de la única manera que podía.

Mis lágrimas se unieron a la impotencia de no saber cómo rescatarla.

Los recuerdos de como ella se sintió en mis brazos ese día, comenzaron a desgarrarme de nuevo.

Mi celular vibro una y otra vez —Roman llamaba— lo ignore, lo único que hacía era imaginarme la cara de Drake para así seguir golpeando la pared; pronto se hicieron presentes manchas rojas en ella.

Mis nudillos sangraban sin embargo no sentía algún dolor.

(…)

Tres horas después…

Me refugie entre las botellas de vodka, el sabor de lo amargo y lo caliente del líquido que pasaba por mi garganta se había convertido en una sensación cómoda y reconfortante.

Mi nariz transpiraba de a poco y mis ojos dolían por la manera en la que había llorado por ella.

Mi inútil cuerpo trataba de levantarse para alcanzar la próxima botella.

Mi celular no había dejado de sonar y yo no había respondido ni una sola llamada.

El timbre de mi departamento empezó a sonar, una y otra vez.

El sonido era tan fastidioso que mi cabeza empezó a doler, pronto la puerta fue empujada con fuerza hasta ser abierta.

- Roman: ¡Qué demonios! —hablo mi mejor amigo mientras se acercaba junto con Galina.

- Galina: Dean, no deberías estar tomando —me regaño.

- Dean: ¡Entiéndanlo! Ella… —solloce— está atrapada y yo no puedo ayudarla.

- Roman: Claro que no puedes idiota —me pego en la cabeza— Estas ebrio, así no podrás hallarla, hermano.

Roman siguió regañándome, mi voz quebrada hablaba solo de ella y de lo inútil que me sentía por no saber cómo recuperarla.

Galina nos regañaba a los dos por estar peleando.

Debería estar molesta por ocultarle que su mejor amiga estaba más cerca de ella de lo que creía. No lo estaba.