|| Cartas a Moxley || [EDITANDO]

★Capitulo 20★

La sirena varada.

Narra Ekaterina:

Débilmente trataba de moverme en mi cama de un lado a otro —¡Esperen! ¿Una cama? ¿Qué?— me levante sobresaltada, mis ojos recorrieron el lugar donde me encontraba, rápidamente suspire aliviada, era mi habitación.

Me recosté de nuevo pensando en que otra vez había hecho que Dean viniera a dejarme, desde luego es una pena que lo hubiera hecho, hace que se compliquen las cosas y es obvio que esto hará que se desespere más por saber lo que me pasa, tendré que decírselo esta vez, no hay escapatoria y es lo menos que puedo hacer después de que el mismo se convirtió en el protagonista de mis altibajos.

«¿Qué demonios pasa aquí?» —me sobresalte ¿Dean?

«No es lo que crees» —¡No puede ser! Es… ¿Doctor Mendoza?

«Entonces, dime lo que es, ¡¿Qué hacías saliendo del cuarto de Katia?!» —¿Se conocen? ¿Cómo? ¿Por qué?Sin saber los motivos empecé a llorar, acaso es una mentira ¿Qué ocurre?

Después la voz de Madison se une a ellos, lo que hace que una pequeña discusión inicie.Se siente como si todos se conocieran y yo soy la única fuera de lugar ¿Por qué Dean me llamo Katia? Es… Acaso... no puede ser si fuera alguien de mi pasado lo hubiera reconocido ¿Qué demonios digo? Ni siquiera sé quién soy.

«Lo sé, desde que ella vino aquí por primera vez.» —dijo Madison para hacerme reaccionar todos me habían visto la cara de idiota.

Sali hecha un mar de lágrimas, me habían mentido todos, lo esperaba del Doctor pero nunca de Madison y Dean, ellos sabían cosas de mi pasado que desde luego me habrían hecho recordar en su momento, ahora esta solo confundida, dolida y furiosa.

No tienen el derecho de ocultarme cosas, en especial Madison se supone que es mi amiga y solo quiere mi bien.

- Madison: Katia… Yo… —tartamudeo.

- Ekaterina: ¡Te he dicho que no me llames así! —grite.

El silencio se apodero de la habitación, el tiempo paso lentamente mientras nadie decía nada. Sus caras de asombro —seguro piensan ellos—, pero lo único que yo veo es un grupo de mentirosos, capaces de hacer lo que sea con tal de ocultar las cosas que debería saber por derecho.

El vibrar del celular de Dean cortó el vaivén de miradas, concentrando la mía en él, una mueca de disgusto seguido por otra de preocupación la inundó, traspaso su mano por su pelo y dio media vuelta para salir ¿En serio? Se iría así, sin decir nada…

Como si mis pensamientos hubieses sido leídos, solo giro para decir:

«Luego hablaremos de esto Sami Callihan.»

Dean dirigió su mirada hacia mí e inmediato supe que trataba de despedirse pero sin saber cómo así que le ahorre las palabras y le negué sutilmente que no digiera nada. Y así, se fue.

«Sami Callihan, Sami Callihan, Sami Callihan» —se repetía una y otra vez en mi cabeza, mis sospechas habían sido confirmadas seguidos por flashes de imágenes en donde el Sami Callihan de pasado era el mismo de mi presente, bueno siempre lo fue, pero era demasiado tonta que no me daba cuenta.