Capitulo 22

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Ojalá Harry estuviera aquí. Seguramente sabría qué hacer. Pero ni siquiera tenía un teléfono donde localizarlo y tardaría una semana en volver. Para entonces su padre quizá...

—Está bien —dijo Selena—. Está bien. Te daré lo que necesitas.
Su padre soltó una carcajada y después añadió:
—Dios te bendiga, hija. Te devolveré todo... con intereses. Mi fórmula...
—No quiero saber nada de tu fórmula —lo interrumpió cortante—. Papá, necesitas, ayuda. Tú... —le bastó mirarlo a la cara para saber que no tenía sentido esforzarse. No era el momento de dar lecciones, además de que su padre no veía ningún problema donde tanto ella como su madre sabían que existía. Con un suspiro de resignación, se puso de pie —. Voy a por mi talonario de cheques. ¿Cuánto necesitas?

Andrew se pasó un dedo por el cuello de la camisa antes de contestar:
—Diez mil dólares.
Las palabras hicieron eco en la habitación. Selena miró a su padre durante un momento que pareció eterno. —¿Diez mil dólares?

—Te lo devolveré todo —le contestó su padre enseguida.
—Pero supuse... pensé que sólo necesitarías unos cientos de dólares.
—No habría hecho un viaje tan largo por unos cuantos dólares, Selly. Lo que necesito son diez mil —añadió con amargura. 

—No los tengo.

—¿Qué quieres decir con eso de que no los tienes? Tu marido es millonario.
—Tengo menos de mil dólares en mi cuenta, papá.
—Pero eso es imposible, Selena —le contestó enfadado—. Tienes que tener más que eso.

—Es todo lo que tengo. Las otras cuentas están a nombre de Harry —miró a su padre y añadió con suavidad—. Lo siento. No puedo hacer nada.

—Me matarán —Andrew Gomez estaba pálido—. Ya lo han hecho otras veces. El hombre que me habló de ellos me lo advirtió. Me dijo que el que no puede pagarles, simplemente desaparece.

—Ve a la policía —le dijo Selena asustada.

—¿A la policía? Eso sólo empeoraría las cosas. A la policía no se le puede hablar de tipos como ésos si quieres seguir vivo —su padre se dejó caer en una silla—. Piensa un poco. Seguramente tendrás algo de valor.

Selena se puso la mano entre los pechos al recordar el anillo de Harry, pero éste estaba en la mesilla de su habitación.

—Algunas joyas —dijo Andrew como si le hubiera leído el pensamiento—. Supongo que te habrá regalado algunas.

—No —le contestó ella enseguida—. Nada. 

El anillo de Harry no. Eso nunca.
Su padre la miró con los ojos entrecerrados y añadió:
—Se trata de mi vida, Selena. No puedes hacerme esto.
—Papá, yo...
—Piensa, niña —insistió—. ¿Hay alguna caja fuerte en la casa?
—No —le dijo ella, pero de pronto recordó el escritorio de la biblioteca.
—¿Y bien?
—Hay un cajón secreto —dijo Selena mirando a su padre—. Pero ni siquiera sé lo que contiene.

Mi perdición |h.s • s.g| #TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora