—¿Puedo pasar, señora Styles?
—Sí, Nora. Adelante —le contestó Selena volviéndose del espejo.
—He pensado... —Nora dejó de hablar de pronto y se puso una mano en la boca—: ¡Señora, qué vestido tan bonito! Es el color perfecto para usted.
Selena se volvió a mirar en el espejo. El vestido de terciopelo que Harry le había comprado esa tarde, era realmente precioso.
—Sí —le contestó Selena encogiéndose de hombros—. Supongo que sí.
—Todo es tan bonito —añadió Nora—. ¿Está segura de que no desea que saque las cosas de las cajas?
—No, gracias, Nora. Yo lo haré después.
—Oh, pero quizás no tenga tiempo —el ama de llaves se sonrojó y siguió hablando—: Me refiero a que el señor Styles tiene planeada una noche encantadora. Me ha dicho que disponga la mesa en la biblioteca y que enfríe una botella de champaña.
—Está bien —le contestó Selena enseguida—. Ya... ya encontraré tiempo. ¿Algo más?
—Sólo quería avisarle que voy a salir, señora —sonrió a Selena mientras ponía la mano en el picaporte—. He llamado a mi hermana y le he dicho que le haría una visita sorpresa. Está muy contenta... y le he hablado de todas esas cosas tan bonitas que me ha dado usted para mi sobrina. Nunca podré agradecérselo, señora. Son unos vestidos tan bonitos... y la mayoría están nuevos. Lila quedara encantada.
—Eso espero, Nora. Si no hay nada mas...
—Creo que no —le contestó Nora—. El pato esta en el horno y lo demás ya está listo. El señor me ha dicho que no me preocupe, que él se encargara de todo.
—Por supuesto —Selena se volvió enseguida—. De eso estoy segura.
—Entonces me retiro —se detuvo de nuevo y preguntó—: ¿Está segura en cuanto a toda esa ropa, señora? No podía creérmelo cuando el señor Styles me dijo que la tirara. Yo...
—Me alegro de que su sobrina pueda usarla. Dígale... dígale que la disfrute —Selena le dio una palmada en el brazo, pero Nora se quedó allí.
—¿Por qué, señora? Me refiero al señor Styles. ¿Por qué querrá que se deshaga de un ajuar tan hermoso?
Porque es un monstruo..., pensó Selena, para sí.
—No... no estoy del todo segura, Nora.
—Bueno, señora, buenas noches.
—Buenas noches, Nora.
Selena se esforzó por sonreír hasta que la puerta se cerró. Miró el reloj. Eran casi las ocho. Casi la hora cero, pensó preocupada. Había llegado el momento en que Harry se haría cargo de todo. Champaña fría, el vestido de terciopelo que había elegido y comprado... e incluso darle a Nora la noche libre. ¿Acaso temía que Selena gritara pidiendo socorro cuando... cuando la llevara a su dormitorio? Se puso de pie y caminó por la habitación. Harry no tenía necesidad de preocuparse, pues ella no tenía intención de responderle. Haría lo que le pidiera, pues igual que había hecho durante todo el día, empezando por la mañana cuando le dijo que se deshiciera de su ajuar. Todo lo que hizo, y lo que haría esa noche, era para recordarle que le pertenecía. Odiaba su nombre, vivir en su casa. Pertenecerle...Se miró en el espejo. No dejes que Harry sepa lo asustada que estás. Él tenía todas las ventajas... y en cuanto a la pasión, le era difícil recordar que la había sentido por él. Seducirla era una cosa, pero otra muy diferente era esa comedia. Harry le había dicho que era hora de pagar.
Champaña y seguramente también velas, música suave. Harry no era un bárbaro y sabría seducirla. Y si no... La recorrió un estremecimiento. Nada lo detendría, pues era un hombre que conseguiría siempre lo que se proponía. Siempre.
—¿A dónde crees que vas? —la preguntó esa mañana cuando salía de la biblioteca.
—A mi habitación —le contestó ella desafiante, esperando que le contestara que no tenía habitación propia en esa casa, pero Harry sólo movió la cabeza y le dijo:
—Vamos a salir. Ve a por tu abrigo.
—¿Salir? Pero...
—Ve a por tu abrigo —repitió él impaciente—. Tenemos muchas cosas que hacer.
En el coche le dijo que tenía que deshacerse de toda su ropa.
—Si quieres dásela a Nora. Tendrá alguna sobrina o prima, o algo así...
—Pero... pero todas mis cosas son nuevas, Harry. No tiene sentido.
—Ya le he dicho a Nora que coja lo que quiera. Me ha pedido que te diga que está muy agradecida —dijo sin inmutarse.—Ya lo creo que lo estará —le contestó Selena mirando por la ventanilla del Jaguar. Había regalado todas sus cosas sin consultarla, pero ella sabía muy bien por qué lo había hecho... La quería alejar de su antigua vida, y al mismo tiempo convertirla en parte de su propiedad. Y Selena estaba indefensa. Pasaron delante del Palacio de Buckingham, con sus guardias, Whitehall, el Parlamento...
Era un día precioso, pero su corazón estaba lleno de tristeza. Cuando llegaron a la boutique de la calle Bond y ella se probó el vestido de terciopelo, Harry señaló autoritario media docena de vestidos para que el empleado se los enseñara.
—Nos llevamos todos.
—¿Y el vestido que lleva la señora? —preguntó el empleado—. Es perfecto para ella. sus ojos son de un color avellana
—No —le contestó Harry—, no es así. Sus ojos son más oscuros, del color del chocolate.
A Selena se le paró el corazón por un momento al verlo por el espejo. Le pareció como si estuvieran solos en la playa, pero entonces el empleado se rió y Harry entrecerró los ojos y suspiró.
—También nos llevaremos ese vestido —dijo bruscamente y desapareció el momento mágico. Luego fueron a otras tiendas donde Harry compró lo que le gustaba.
—Dime qué es lo que quieres —le decía Harry.
—Me da igual —era la respuesta continua de Selena.
Después de un rato, la actitud de Harry era tan previsible como la de ella.
—Nos llevaremos todo esto —decía en cada tienda hasta que ya no cupo una caja en el coche y Harry pidió a los empleados que les mandaran a casa las cosas que había comprado con tanto descuido.Lo último que le compró fue un anillo de matrimonio. Las joyas brillaban ante ella en sus estuches, y el joyero le ensenaba increíbles anillos de diamantes, esmeraldas y zafiros.
Harry permanecía inexpresivo mientras ella observaba ese magnífico despliegue. —Coge el que quieras —le dijo mirando con desprecio las joyas.
Selena pensó en el rubí que Harry le había dado, y que seguía entre sus pechos, oculto para el mundo.
—No quiero ninguno de esos —le dijo al joyero—. ¿No tiene algo más sencillo?
—Si la señora prefiere... —el joyero se encogió de hombros.
—¿Lo tiene o no? —le espetó Harry.
—Por supuesto que sí, pero estos...
—Enséñele a mi esposa lo que pide.
Cuando salieron de allí, Harry la miró con una extraña expresión y le preguntó: —¿Estás segura que quieres ese anillo?
Selena miró la sencilla alianza que llevaba en el dedo y asintió.
—Sí. Ya me has comprado muchas cosas.
—Eres mi mujer —le contestó él cogiéndola por el brazo, como si con eso estuviera dicho todo.—Sé muy bien lo que soy. Pero no tienes que ponerme tus colores para recordármelo. —¿Es eso lo que piensas que hago?
—¿Y qué otra cosa puede ser? —le contestó ella con amargura, y antes de que Harry pudiera decir nada, se soltó de su control y bajó de la acera. Todo ocurrió en un momento. Oyó una bocina muy cerca y Harry la cogió del brazo para subirla otra vez a la acera. En ese momento, Selena vio pasar un enorme autobús por el mismo sitio donde ella había estado parada.Ambos quedaron perplejos y Selena sintió la abrumadora mirada de Harry en ella...
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Hola chicas! Estoy muy feliz porque ya somos 1K de visistas! Muchísimas gracias, todo esto es gracias a ustedes :) LAS ADORO <3
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Mi perdición |h.s • s.g| #TERMINADA
FanficConocer a Harry Styles, el hermano de su prometido, había transformado completamente la vida de Selena. La llama abrasadora que él encendió en ella la dejó confusa acerca de su inminente matrimonio con Liam. Pero entonces Harry hizo su ofensiva juga...