Yacíamos en mi cama.
Ella con el cabello "naranjizo" hecho una maraña.
Mi brazo derecho completamente entumido le servía de almohada y mi mano izquierda, posada sobre su cintura. Estábamos tan cerca que solo podía ver uno de sus ojos, podía sentir su aliento y cada palabra que decía golpeando suavemente mi rostro.
La ropa interior de ambos no era suficiente cobijo y quizá de haber estado yo solo en aquellas condiciones, me hubiera muerto de frío.—Yo también aprendí algo. Y no es bueno. — la escucho susurrar, al tiempo que desliza su mano a través de mi barba por milésima vez.
—¿Qué? — le pregunto con un hilo de voz. Porque creo saber lo que va a decir.
—No vamos a ningún lugar. Te quiero y me encanta como me haces sentir, pero creo que no llegamos a ningún lugar. — mi alma se relaja, porque no dijo lo que por un segundo creí que diría. Aún así, no puedo evitar que un escalofrío me recorra.
—Quizá, pero me niego a creer que no se pueda hacer nada para cambiar eso. — digo.
—Entonces vas a vivir en negación indefinidamente, porque yo no estoy tan segura. — sonríe y se acerca para besarme de nuevo.
Nos dormimos hablando acerca de lo que sentíamos y cuando despierto a mitad de la noche, ella todavía está ahí.
Eso me rompió en mil pedazos.
Cada uno irrefutablemente suyo.
ESTÁS LEYENDO
De Zorros y Hurones
Teen Fiction"Tomo el celular para marcarle y siento que todos en el lugar me miran. Es de ese tipo de cosas que te dan vergüenza y sientes que todos te juzgan, como cuando traes un mal corte de cabello, pero la realidad es que a nadie le importa. También es d...