—Jaque. — dice Marcelo con una sonrisa en los labios. Su voz hace un eco ligero en el espacio ya que los libros que nos rodean, no amortiguan del todo el sonido.
Lo veo de reojo y muevo instintivamente mi rey, hacia la única casilla disponible.
Marcelo mueve su dama y luego me ve. — jaque mate. — comienza a poner las piezas de nuevo en su lugar y suspira. — ¿Qué pasa, Elmo? Estás muy distraído hoy. —Y tiene razón, lo estoy. Una parte de mi cerebro aprehende con fuerza a Cara, como si dejar ir su recuerdo hiciera que no pudiera volver a pensarla nunca más.
—Nada, nada, Marcelo. Todo bien. — le digo abriendo el juego con peón de rey*. Él me observar un par de segundos con una de esas miradas que solo el pasar de los años te da y luego responde con c5*.
Nos dedicamos únicamente a jugar durante un momento que se prolongó más de lo que mi partida merecía.
Mi cerebro se niega a concentrarse completamente en el juego, y si juegas de forma descuidada con Marcelo, significa que vas a perder.—Jaque mate. — dice él al final y yo suspiro.
Mi celular suena con el tono de llamada y refulge un atisbo de esperanza en mis ojos. Contesto sin ver siquiera la pantalla.
—Hola. — digo con una sonrisa y me doy contra una pared hecha de matices y tonalidades de voz absolutamente distintas a lo que esperaba.
—Hola, Elmo. — la voz de Ara retumbó en mi cráneo.
No respondo. Me imagino que Nono ha mandado a la caballería.
Al no escuchar respuesta, ella prosigue con un poco de duda en la voz.—¿Cómo estás? ¿Estás ocupado? — escucho por el auricular y Marcelo me observa, me conoce lo suficiente para leer en mi cara que no estoy cómodo, que algo va mal.
—Estoy bien. No, dime. — respondo para pocos segundo después darme cuenta de que he sido muy cortante.
—No, nada. Solo quería platicar contigo. Ya sabes, como en los viejos tiempos. — puedo oír el intento de sonrisa en su voz, pero es una sonrisa incómoda.
Me levanto de la silla y salgo de la biblioteca. Marcelo sabe que me voy a tardar y abandona su lugar para acomodar una serie de libros en diferentes estantes.
—Oh. Está bien. — hago una pausa y me recuesto en el borde de una de las jardineras del lugar. — ¿Qué tal va la escuela? — pregunto.
—Mal. Abandone la carrera. El diseño no era lo mío. — "Así como tampoco lo era gastronomía" pienso.
Ara es de esas personas que sufren el mal que me gusta llamar, "Ping pong contra la pared."
¿En qué consiste este mal? Es muy sencillo, cuando alguien te hace una pregunta como: ¿Te gustan las películas?
Lo políticamente correcto y socialmente aceptado es responder y lanzar una pregunta de regreso, generalmente un "¿y a ti?" o "¿y tú?"
Es como jugar ping pong contra alguien más.
Pero hay personas que no hacen esa pregunta de regreso. No porque sean groseras, simplemente no nacieron con esa función instalada.
Y este mal, hace una conversación fluya de forma torpe y atropellada.Así que cuando Ara responde y no formula una pregunta de regreso, se crea un silencio incómodo.
—Eh... Supongo que ya encontrarás lo tuyo. — le digo levantando mi mano y observándola contra el cielo.
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De Zorros y Hurones
Teen Fiction"Tomo el celular para marcarle y siento que todos en el lugar me miran. Es de ese tipo de cosas que te dan vergüenza y sientes que todos te juzgan, como cuando traes un mal corte de cabello, pero la realidad es que a nadie le importa. También es d...