Capitulo XV: Veneno.

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A poco más de quince metros de mi. Se sienta una pareja, ambos llevan uniforme escolar y se ríen de algo que el acaba de decir.
Me recuerdan un poco a mí cuando tenía su edad, ambos lucen felices y enamorados. Se ve en sus ojos. No podrían negarlo ni aunque su vida dependiera de ello.

Entonces ella saca un cigarro y no logró evitar rodar los ojos.
¿Qué edad tienen? ¿Dónde quedaron las bonitas costumbres de ir por un helado o churros?
Pienso en acercarme y arrebatárselo de los labios para soltarle un discurso de por qué no debería fumar, pero no me corresponde y sería una falta de respeto, así que me limito a observar.
El toma el cigarrillo de sus labios y lo pone en los suyos para inhalar. Parece que ambos tienen tiempo fumando.

Entonces pienso que su relación está bastante bien. Cada quien elige su veneno y el de ellos es el cigarro, no el amor.
Si me hubieran preguntado en ese momento, yo lo habría negado, pero el veneno que yo había elegido era el amor.

No me mal interpreten, no intento ser dramático y no es que toda la vida el amor vaya a ser mi veneno, pero en ese momento lo era.

Para cuando ella aparece a mi lado, ellos ya solo tienen un tercio de cigarrillo. Les echo una última mirada, le sonrío al amor joven y me giro para saludar a Cara.

—Hola. Perdón por tardar tanto, me quedé... — comienza a intentar explicarme, pero la interrumpo.

—No te preocupes, todo bien. ¿Tu fumas? — le pregunto queriendo descartar la posibilidad lo antes posible.

—Eh... No. Lo hice cuando iba en prepa, pero ya no. ¿Por? ¿Tú lo haces? — caminamos por una calle bastante transitada. El plan es acompañarla a su casa y después irme a la mía.

—No, no lo hago. Alguna vez lo probé por curiosidad, pero nunca fue lo mío. — trato de sonar lo más casual posible, pero ella me echa una mirada a hurtadillas.

—¿Cómo te fue hoy? — intentó cambiar la conversación.

—Bien. Tuve un par de juntas, así que escuche hablar a mucha gente, pero fuera de eso, está bien. ¿Y a ti? — responde con media sonrisa mientras cruzamos una calle.

En realidad no hice gran cosa en todo el día, así que me limito a decir "bien" y seguir caminando.

Hablamos de todo mientras caminamos.
En cierto momento me dijo que esta era su etapa favorita de una relación, cuando conoces a la otra persona, cuando todo es tema de conversación, cuando la reacción de la persona junto a ti es completamente nueva e incierta. Cuando todo es nuevo.

Yo sonreí cuando dijo "relación" porque sin querer, aquello me había revelado que yo le interesaba. Obviamente no
Aquella no era mi etapa favorita, pero los escalofríos provocados apenas por el roce de un par de manos que se están conociendo, nunca tendrán comparación.

Tuvimos que detenernos un par de veces a mitad del camino.
La primera porque Cara tenía antojo de cacahuates con chile y la segunda porque nos morimos de risa con algo que dijimos y los cacahuates se cayeron; así que fuimos por otros.

Justo cuando hemos permanecido tres minutos en silencio, ella voltea a la derecha y sonríe cuando habla.

—Aquí venía a un club de lectura cuando era pequeña. Tenía mucha energía y una imaginación muy activa, así que pasé mucho tiempo leyendo aquí. — seguimos caminando, yo de espaldas durante un momento, porque intento observar el lugar.

—¿Te gustaba? ¿Por que lo dejaste? —

—Me encantaba, pero cuando la dueña se murió, nadie se encargó del lugar. — agrega y decido ya no preguntar más al respecto.

Unas cuatro calles después llegamos.
Ella no quiere entrar y yo no quiero irme, así que nos hacemos tontos un rato.

—Esta es la tercera vez que nos despedimos, Elmo. — pero se equivoca, es la cuarta en realidad.

—Ya sé, ya sé. — le doy un beso en la mejilla, ella sonríe.

—Oye... ¿quieres venir el sábado a ver una película? — no me quita los ojos de encima mientras esas palabras brotan de su boca.
Y solo puedo tragar saliva y mover la cabeza de arriba a abajo. — te espero entonces. — abre la puerta y comienza a subir las escaleras.

La veo subir y me doy la vuelta para comenzar a caminar con una sonrisa en los labios.

En ese momento no lo sabía, porque no soy omnisciente, pero acababa de elegir mi veneno.

De Zorros y HuronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora