¿Existe el color durazno?
Si existe, no recuerdo su nombre, pero me sentía atrapado en aquellas paredes color durazno.Escuchaba el característico sonido que hace una cerveza al ser destapada desde la cocina. Cara sirve un poco de botana y en su ausencia, yo aprovecho para mirar al rededor.
Había ilustraciones por todo el lugar. Desde cuadros, hasta estampas. Y un peluche de un zorro me observaba celosamente en el otro extremo del sillón.
Mi corazón tenía una sesión de cardio muy intensa en mi pecho y mis manos estaban frías. Para ese momento, ya me había tronado el cuerpo entero unas tres veces de nerviosismo y notaba como cada segundo duraba el doble que el anterior.
A decir verdad, me estaba acobardando.—Si quieres prende la tele — la escucho decir desde la cocina.
—Vale. — digo con evidente nerviosismo y me pongo a buscar el control remoto.
—¿Estás nervioso? — noto una risita en su voz.
—No. — miento de forma severa y tomo uno de los 5 controles remotos que veo. Todos de la misma marca.
—¿Crees que va a suceder algo? — no puedo verla, pero es como si tuviera su sonrisa pícara frente a mi. Me tomo un segundo antes de responder y trago saliva.
—Siendo honesto, no, pero me gustaría que sí. — las palabras tiemblan conforme salen de mi boca.
—Bien. Porque no sucederá nada. Veremos una película, quizá juguemos un poco de Mario Kart y luego te enviaré a tu casa. — aparece frente a mí cargando un par de cervezas y un plato con palomas. Me entrega el plato y una cerveza, luego toma un control remoto para encender la televisión.
—Que bueno. Odio dormir en casas ajenas. — miento con una sonrisa.
Cara se sienta a mi lado y durante la siguientes dos horas, vemos "Jamás Besada" con Drew Barrymore. Yo nunca la había visto porque la verdad no sé me antojaba, pero resulta entretenida.
Durante ese tiempo, nuestras manos se encuentran varias veces y su cabeza se posa sobre mi hombro. Poco a poco me siento menos nervioso y en cierto momento mi dedo pasea suave y lentamente sobre la piel que su blusa no esconde.
Mi dedo va y viene, yendo más lejos cada vez. Siendo un poco más descarado cada que regresa, midiendo el límite de lo permitido. Aunque la verdad es que nunca toca nada que no sería bien visto en un restaurante.Ella no opone resistencia y yo no me vuelvo más osado. Siento su respiración calmada y su corazón acelerado. Eso me basta.
Su mano se desvive en un vaivén sobre mi brazo y cuando la posición lo permite, en mi cabello. Jamás va más allá.
Cuando la película termina con Drew Barrymore besando a David Arquette en el campo de béisbol, ella se levanta y me pregunta si tengo hambre.
—Sí, un poco. ¿Quieres ir a buscar algo de comer? —
—Yo pensaba que podríamos pedir una pizza y puedo derrotarte un par de veces en Mario Kart. — sonríe.
—No creo que puedas, pero suena bien. — agregó.
—Va. Deja pido la pizza. — sale de la sala y regresa un par de minutos después con su laptop, que tiene un sticker bastante grande de un monstruo morado adorable y ridículo.
—¿Pides la pizza por internet? — preguntó extrañado.
—Ajá. — dice tecleando —¿pepperoni está bien? —
Asiento y luego digo.
—Siempre me ha parecido más fácil pedirla por teléfono. —
—Claro que no. Aquí solo das unos clics y ya. Por teléfono batallas para que te entiendan lo que dices y si la persona está de malas, peor. — frunce el ceño al despotricar contra pedir pizza por teléfono.
Yo solo me encojo de hombros.—Bueno, a mí me parece más sencillo. —
—Pues a mí no. — repite y me empuja con el hombro.
—Qué violenta. — le reclamo y ella se ríe.
—¿Quieres ir poniendo el juego? Está en ese mueble. — señala con la cabeza y me levanto a buscarlo.
Cuando ya vamos en la onceava carrera, con ocho a su favor, llega la pizza y hacemos una pausa para comer.
—Cuando era niña, hacia la pizza rollito y me la comía. Claro que todo se escurría por las orillas, pero era divertido. — me cuenta y yo solo la observo. Ella se da cuenta y me pregunta — ¿Qué? —
—Nada. — Mi corazón se comprime. Se vuelve del tamaño de una uva porque a veces el querer a alguien se siente como si tus órganos se hicieran pequeños. Como si la vida se te fuera observando a esa persona. Y me sentía feliz.
Yo no lo sabía, pero en ese momento crecía cada vez más aquella necesidad enfermiza.
Al final de la noche, ella me había dado una paliza de diecinueve contra seis carreras. Y es entonces que cumple su promesa de enviarme de regreso a mi casa sin que nada suceda.
Me acompaña a la puerta y alargamos la despedida ahí.—Espero que esto se repita pronto. — le digo sonriendo.
—Yo también. Muchas gracias por venir. Me la pasé bien aplastándote en Mario Kart. — me presume.
—Fue solo suerte. — me excuso, aunque la verdad es que es muy buena.
Nos quedamos en silencio durante segundos que parecen minutos y nos observamos durante minutos que parecen horas.
Mi mano cobra vida y decide que estaría mejor en su cintura, así que no puedo detenerla. Ella lleva su mano a mi mejilla y la siento tibia.
Sus ojos tiemblan y de repente los tengo tan cerca que ya no puedo verlos. Nuestras frentes se tocan, su cabello naranjizo me envuelve y con el, un tenue aroma a mandarina que me inunda de pies a cabeza.Entonces estamos tan cerca que no sé si nos separaremos alguna vez, ya sea porque no querremos o porque no podremos.
Siento su respiración perderse con la mía y mis ojos se cierran por completo.
No tengo corazón. Se ha ido.
En su lugar hay un hámster que corre a toda velocidad en su rueda de ejercicio. Hace que todas mis terminaciones nerviosas se pongan alerta y que la adrenalina me recorra.Y sucede.
Es dulce, suave, eterno, tímido, nostálgico, tierno, adrenalínico, violento y finalmente doloroso.
Cuando ya no siento el roce no quiero abrir los ojos. Me gustaría quedarme ahí por siempre.
Ambos tiritamos junto al otro y entonces ella rompe el silencio, lo que me obliga a abrir los ojos.
—Entonces... nos vemos pronto. — murmura nerviosa.
Me aclaró la garganta y me incorporo.
—Sí. — atino a decir.
Ella se acerca y me besa en la mejilla.
Se despide una última vez y desaparece por la escalera.Sonrío, porque no hay otra cosa que pueda hacer.
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De Zorros y Hurones
Teen Fiction"Tomo el celular para marcarle y siento que todos en el lugar me miran. Es de ese tipo de cosas que te dan vergüenza y sientes que todos te juzgan, como cuando traes un mal corte de cabello, pero la realidad es que a nadie le importa. También es d...