ASESINATO Nº 2

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Tenía doce, una noche mi padre llegó malhumorado y le pegó a todos incluyendo mis hermanos que estaban de visita, mi madre no hizo nada por protegernos, y todos mis hermanos me culparon a mí porque según dicen, que desde que yo nací mi padre cambió rotundamente, porque él dijo que no quería tener un hijo más, y ni una boca que alimentar. Me enfurecí demasiado, tanto que él fue el segundo en mi lista, después de Fabián D'firroe claro.

Pero cada paso que daba era mandado por mi conciencia ella me decía que hacer, tomé el mazo y lo golpee tan fuerte como puede, no sin antes atar a todos a sus camas, los hice rodar por las escaleras al sótano, era como mi guarida o un lugar santo para desterrar gente, a mi padre Phill Rose lo maté en su habitación, introduje un sorbete en su garganta, para que respirara por unos segundos más, pero no fue suficiente. A mis hermanos los dormí con cloroformo, porque mi mente me dijo que ellos serían muy fuertes para mí, luego les inyecté un sedante. A mi madre le clavé una especie de ganchos del vasto de una aguja en los parpados para que mirara la muerte de sus hijos, a todos los inyecte con una droga o eso creo, sirve para que no puedan mover sus músculos, pero por el contrario pueden sentir exactamente todo, en otras palabras una muerte dolorosa pero silenciosa. A mis hermanos Sebastián y Santiago los desmembré, parte a parte, mientras mis hermanas lloraban, y mi madre se le erizaba la piel, y también lloraba, a mis hermanas les corte el cabello, y como si fuese poco una de ellas tenía la menstruación, cuando les quite la ropa, Elizabeth, mi hermana mayor tenía los calzones manchados de sangre, cuando vi el paño higiénico ya empapado y su sangre que ya estaba a minutos de rodar por sus piernas, tome un cuchillo y le corté el abdomen, se desangró y murió, a Stephan mi hermana mayor menor, es decir la del medio, le corte los senos, ella era una mujer muy desarrollada desde los once años ya tenía senos, siempre la envidie porque yo cumplí doce y no me salieron, hasta los catorce, le quite la piel de la cara, como una máscara en Halloween, ya medio muerta, o totalmente muerte, no tengo idea, le quite los ojos, como cuando te comes un pescado frito, mmm, delicioso; pero bueno estos ojos son más grandes y están empapados de sangre, le arranqué las fosas nasales, bueno todo, por resumir, hasta que sólo se apreciaba el cráneo, lo tomé en mis manos y lo estrellé contra el piso, pero en fin, seguía mi madre.

- Prostituta, sigues tú. ¿Últimas palabras antes de morir decentemente?

- Mmm... -dice-

- Me olvidaba, no puedes hablar, ni moverte. –repongo-

A la señora Cristina Santos, emm mi madre, le corte los dedos para que no fumara más, no me gustaba que ella fumara, y se lo dije una vez.

(Conversación a los seis años)

- Si sigues fumando te mataré

- Tienes demasiada imaginación, ve a dormir

- Estas loca, vas a morir

- Niña inútil, quien te crees que eres, ¡a dormir!

Ahora es mi turno de mandarte a dormir.

- Duérmete mi niña, duérmete ya, que ya vendrá el Coco, y te ha de comer, duérmete mi niña, duérmete ya, que ahora vengo yo y te..., ma-ta-ré. (Cantando).

Le clave el cuchillo en el estómago, hasta subir al esófago. Pero para mi sorpresa cuando saque el cuchillo, salió un feto con él. Estaba embarazada, y yo había matado a su bebé, y me di cuenta que si ese bebé nacía, ya no sería la última, y mi padre no me odiaría a mi si no a ella. Pero ya no se podía hacer nada, ya estaban muertos, e igual de una u otra manera tenía que pagar por todo lo que me hicieron, y juré vengarme de todo aquel que hiciera que Victoria Rose Santos derramara una sola gota de lágrima, moriría y me vengaría.

MENTE DE UNA PSICOPATA SEXUALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora