ASESINATO Nº 5

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La casa de mi abuela queda cerca de la mía solo detrás de un viñedo, en el viñedo hay un farmacólogo, donde siempre me robo..., bueno eso sería otro cargo más a mi expediente, digamos que tomaba cosas prestadas sin permiso, tome lo de siempre; cloroformo y las inyecciones para paralizar, y de las vallas del viñedo arrancaba algunas con un alicate el cual en ese momento se me ocurrió otra idea. Si a ustedes se les ocurrió lo mismo, podríamos ser de mentes similares.

Entré a la casa por la azotea después de lanzar un maletín con todo lo necesario, estaban hablando los desgraciados de quien sabe que, ellos permanecían en esa casa para tratar de quedarse con ella. Los sorprendí por atrás y los dormí con cloroformo, los arrastre hasta el cobertizo, pero que carajo que pesan, puta madre no sé lo que comen esos malditos, los amarré con los pies arriba me toco darles otra dosis porque casi que ni podía con ellos para poderlos amarrar al techo después de desnudarlos claro. Cuando los desgraciados se despertaron, ya le había puesto un retazo de trapo en la boca, los había paralizado, no niego que me dio escalofríos verlos otra vez desnudos, solo que esta vez yo tenía el control podría hacerles lo que se me antojase, por algo dicen que la venganza es un plato que se sirve frio, en algunos casos congelados.

Ya despiertos les corte pelo a pelo las pestañas, las cejas, el bello de las piernas. Me daba risa cada vez que fruncían el ceño al arrancarles el bello. Se acuerdan del alicate que usaba para cortar la valla del viñedo, bueno pues lo use para cortarles el pene y como se reusaban a ver, les corte los parpados y se los limpie con vinagre, les metí el pene del otro a la boca y vomitaron en su propio cuerpo, luego hubo uno que me escupió, lo que quería decir que era hora de que les diera la nueva dosis, pero no sin pagar por ello, con una navaja le rasguñaba las piernas para que le doliera aún más; luego de hacerles tantas heridas como pudiese les eché un tarro del alcohol completo con limón y vinagre. Fui a la azotea donde me violaron y vi un tronco con rasguños, rasguños míos, cogí el tronco lo partí por la mitad, le eché mantequilla, y se los introduje en el trasero a cada uno. Luego fui a la cocina y me encontré una obra maestra, un hacha para cocina, que delicia. Subí al cobertizo y empecé a quitarles la piel, quedando solo la carne totalmente blanca por donde la cual salía a chorros sangre y al fin veo algo que me encantó; lágrimas rodando por sus mejillas ensangrentadas.

Luego corte sus miembros uno a uno, piernas, brazos, lengua, orejas, y por ultimo antes de que se desangraran los degollé con la navaja.



MENTE DE UNA PSICOPATA SEXUALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora