CAPITULO 7

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Él no sé qué hace, pero me siento como una nueva yo, y mi conciencia ni la siento, es como sentirse libre, por primera vez. Pero es que su uniforme le queda tan, tan, jun. Eh, apretado se le destaca el abdomen; y dicen que las mujeres aman a un hombre en uniforme, no sé si a mí me gusten los hombres con uniforme, pero me encanta Miguel con uniforme, pero que... victoria ubícate ya.

Él se adentra en mi vida como si quisiera cambiarla, como si quisiera que yo viera el mundo con otros ojos, pero no sé si lo logra. En el transcurso de esta historia tú me dirá si lo logra o no.

Al terminar de comer, fui al tocador a limpiarme, cuando él irrumpe en el tocador para regalarme un cepillo dental nuevo, y un cepillo de cabello igualmente nuevo. Parece irreal, un hombre de mentiras, o como dirían la mayoría de las personas un ángel. Pero yo sé que no lo es, es simplemente un policía bueno como cualquier otro, una persona buena que supo escoger bien su carrera, a lo que se dedicaría toda la vida, y ahora ayuda al prójimo, o si no, alguien que le paso algo en la vida y está arrepentido, y está haciendo un acto de bondad, o hace conmigo lo que no puedo hacer con alguien, la verdad no sé, pero sí me inquieta su personalidad, su forma de ser conmigo, o no sé si es conmigo, o con cualquier persona, además tampoco sé de qué manera preguntárselo, sin que sea una falta de respeto.

- ¿Quieres una toalla? –pregunta con una amabilidad, como siempre. Pienso que con mi actitud lo voy a terminar exasperando.

- No, ya me seque con la camisa, pero gracias. –respondo-

- No había necesidad de que... me hubieses dicho, bueno igual ya no la necesitas.

- Bueno yo creo que es hora de irme. –indico-

- Si eso quieres. –dice-

- Sí. -Afirmo-

Antes de que me dé cuenta, estoy en su auto. En un profundo silencio, que atropella nuestra estancia. Bajo el vidrio de la ventana, la brisa despeina mi cabello, recién cepillado, pero me gusta. Miro las hojas que caen al pasar, estamos en otoño; me gusta el otoño, hace parecer que cuando las hojas caen, el árbol se muere. Pero a las personas cuando llega la primavera les da esperanza cuando el árbol vuelve a la vida. Psicología que no entiendo. Cuando me doy cuenta estoy hablando sola, aterrizo, caigo a tierra. Percibo una presión, como cuando alguien te mira, volteo y me está mirando, me erizo instantáneamente, e inmediatamente él voltea a ver el curso de la vía.

Me quedo pensativa, me miro en uno de los espejos, para ver si estoy mal o algo, pero al mirar hacia el camino, ya habíamos llegado, alzo la mirada y veo el edificio, percibo un vacío, quiero volver, no sé exactamente por qué, en fin.

- Llegamos. –dice.

- Eso veo. –respondo.

- Que sucede, no decías que te querías ir.

- No sucede nada, solo he dicho <eso veo.>

- Bueno nena... <interrupción>

- No me llames así. –impido.-

- Bueno V.

- Mejor.

- Te acompaño a entrar.

- Como quieras. -Digo-

- ¿Estas enojada? –pregunta-

- <muevo la cabeza> -niego.

- Mmm, ¿triste? –insiste-

- ¿Cuál es tu interés? –espeto-

- Ninguno, solo pregunto.

- Da igual, ¿quieres quedarte un rato?

- Oh, claro; si no te molesta.

- No, bueno no están lujoso como tú casa, pero es mi hogar.

- ¿Sabes?, es acogedor. Entiendo porque te gusta. –Manifiesta-

- Emm, si claro.

- ¿Y en cuál de las habitaciones de este hotel vives? –bromea-

- En todas. –respondo con firmeza-

- ¿De veras? –cuestiona-

- No claro que no, en el 204.

- Mmm, ¿subimos?

- Es una invitación indecente. –bromeo-

- No causa el efecto que imaginé. –responde-

Reímos, luego subimos las escaleras, eran como las cuatro menos quince, tomamos té, nos conocimos más a fondo, me di cuenta de que se llama Miguel Ángel Daniel's, estuvo en varios países, prestando servicio como militar para las guerras, enalteciendo nuestro país, pero ya extrañaba Londres, y quiso trabajar aquí. Sé lo que estás pensando, pero no, es solo coincidencia, créeme.

Al cabo de una horas continuamos platicando, hasta que el decide irse.

- Creo que es hora de irme –dice con voz soñolienta-

- Si eso parece, además, tú vives muy lejos.

- Si, fue un placer pasar... un rato contigo.

- No la pasé tan mal. –miento-

- (se ríe)

Camina hasta la salida, baja las escaleras, hablamos en el transcurso, conversábamos, luego un silencio nos separaba enormemente, hasta...

- ¿Nos volveremos a ver? –pregunta nervioso-

- No sé, dime tú. –digo nerviosa-

- Emm, ¿quieres que te visite? –pregunta dudoso-

- Claro. –respondo-

No sé si quiera volverlo a ver, no será demasiado peligroso entablar una relación de amistad, "probablemente", no ya enserio, es demasiado arriesgado. Pero él es tan, tiene un cuerpo tan, y yo soy como tan. Bueno dejemos así. Con todo eso aún le digo que sí. Y así empieza la segunda fase de la historia de mi vida.

MENTE DE UNA PSICOPATA SEXUALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora